Cada 15 de marzo la Iglesia recuerda la figura de San Longinos (siglo I), el centurión romano que, por órdenes de Poncio Pilato, estuvo al mando del grupo de soldados encargado de la crucificción de Cristo y los dos ladrones. Él fue quien traspasó con su lanza el santísimo costado del Señor.
De acuerdo a la tradición, Longinos fue también quien, después de haber incurrido en la más grande de todas las profanaciones, quedó “traspasado” él mismo por el Amor de Dios en lo profundo del alma, lo que hizo de él un hombre nuevo. Sus palabras quedarían eternizadas en el Evangelio: "Verdaderamente Éste era Hijo de Dios" (Mt 27, 54).