En medio de las fuertes medidas de control migratorio de la administración Trump, varios obispos en Estados Unidos han emitido recientemente amplias dispensas a los católicos de sus diócesis, permitiéndoles abstenerse de asistir a misa los domingos si temen ser arrestados o deportados por funcionarios federales.

Obispos de Carolina del Norte, California y otros lugares han emitido dichas dispensas, declarando que quienes tengan temor legítimo de ser detenidos por agentes de inmigración están exentos de la obligación dominical habitual.

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El derecho canónico de la Iglesia dicta que el domingo se considera el "día de precepto primordial", en el que todos los católicos están "obligados a participar en la misa". Existen varios otros días de precepto a lo largo del año litúrgico, aunque el domingo (o la noche del sábado anterior) siempre se considera obligatorio para asistir a misa.

Sin embargo, las numerosas dispensas emitidas recientemente en diócesis de todo el país han puesto de relieve que los obispos tienen cierta discreción para permitir que los católicos no asistan a misa por razones legítimas.

La dispensa debe ser justa y razonable

David Long, profesor adjunto de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Católica de América y director del Instituto de Investigación Política y Estudios Católicos de la misma universidad, declaró a CNA —agencia en inglés de EWTN News— que los obispos tienen la autoridad para dispensar a los fieles de su diócesis con, como lo establece el Código de Derecho Canónico, una "causa justa y razonable".

"Esto generalmente se aplica cuando un día de precepto cae en sábado o lunes, durante fenómenos meteorológicos extremos (tormentas de nieve, huracanes, inundaciones, etc.), cuando no hay acceso razonable a la misa, o durante emergencias públicas como pandemias o plagas", explicó. Una vez que estas circunstancias terminen, señaló, la dispensa misma cesará.

En virtud de su cargo, los administradores diocesanos, los vicarios generales y los vicarios episcopales también tienen la facultad de otorgar dispensas, explicó Long.

Sin embargo, los sacerdotes normalmente no tienen esa autoridad "a menos que se la conceda expresamente una autoridad superior, como su obispo diocesano", añadió.

El derecho canónico, dijo, dicta que una dispensa solo puede concederse cuando un obispo “considera que contribuye al bien espiritual” de su rebaño, por una causa justa y “tras considerar las circunstancias del caso y la gravedad de la ley que la dispensa”.

Los propios fieles laicos pueden determinar, en algunos casos, cuándo abstenerse de asistir a misa, aunque Long enfatizó que tales casos no constituyen una “dispensa”, ya que los laicos “no tienen la facultad de dispensar en ningún momento”, al estar dicha autoridad vinculada al “poder ejecutivo de la Iglesia” a través de la ordenación.

Sin embargo, el derecho canónico dicta que los católicos no están obligados a asistir a misa cuando “la participación en la celebración eucarística se vuelve imposible”.

Long explicó que tales escenarios incluyen “cuando [los fieles] están enfermos, contagiados o confinados en casa, cuando son los principales cuidadores de otra persona y no pueden gestionar su cobertura, cuando viajar a misa es peligroso, cuando no hay un acceso realista a la misa o por alguna otra causa grave”.

“Esto no es una dispensa”, dijo, “sino un reconocimiento legal de la imposibilidad moral y física en ocasiones”.

La reciente controversia relacionada con la inmigración no es la única dispensa a gran escala en la historia reciente. Prácticamente todos los católicos del mundo fueron dispensados ​​de la misa en los primeros días de la crisis de la covid-19, cuando las autoridades gubernamentales limitaron drásticamente las reuniones públicas, incluidas las religiosas, en todo el mundo.

Por otro lado, en 2024 el Vaticano señaló que los católicos en los Estados Unidos deben seguir asistiendo a misa en los días de precepto, incluso cuando se transfieran a lunes o sábados, corrigiendo una práctica de larga data en la Iglesia estadounidense y poniendo fin a una dispensa con la que muchos católicos estaban familiarizados.

“El privilegio más increíble que podamos imaginar”

Aunque la obligación de asistir a misa es un aspecto importante del derecho canónico de la Iglesia, el P. Daniel Brandenburg, LC, advirtió contra una interpretación poco caritativa.

“Esta 'obligación' es algo así como la obligación de comer”, dijo. “Si no comes, morirás. De igual manera, la Iglesia simplemente reconoce que, si no alimentamos nuestra alma, esta se marchita y muere. Lo mínimo para sobrevivir es asistir a misa una vez por semana, los domingos”.

“La mayoría de la gente encuentra bastante placentera la 'obligación' de comer”, continuó, “y creo que cualquiera con un mínimo de conciencia espiritual encuentra una profunda alegría en asistir a misa y recibir al Creador del universo en su alma. Al menos yo”.

Al igual que Long, Brandenburg enfatizó que los fieles laicos carecen de autoridad para dispensarse de la Misa. En cambio, se les indica que sigan su conciencia al determinar si son incapaces de asistir a Misa, en particular aplicando el principio de teología moral ad impossibilia, nemo tenetur (nadie está obligado a hacer lo imposible).

Estar demasiado enfermo, enfrentarse a condiciones climáticas peligrosas o la falta de capacidad para desplazarse son algunas de las razones por las que los fieles podrían determinar que no pueden asistir a misa, dijo.

“Cuidado con la conciencia relajada que ofrece excusas fáciles”, advirtió Brandenburg, “y recuerden que los santos se hicieron santos no por excusas, sino por amor heroico”.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.