El Papa León XIV proclamó este sábado a San John Henry Newman (1801–1890) como Doctor de la Iglesia, reconociendo su profundidad teológica, espiritual y pastoral. La decisión, que eleva a treinta y ocho el número de Doctores de la Iglesia Católica, corona un proceso iniciado poco después de la canonización del santo inglés en 2019.

El P. George Bowen, postulador de la causa de canonización de San John Henry Newman y quien promovió su proclamación como Doctor de la Iglesia, explicó en una entrevista a EWTN News que “todo comenzó inmediatamente después de la canonización”, cuando muchas personas expresaron el deseo de que Newman fuera declarado Doctor de la Iglesia.

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“Durante la canonización, la gente se me acercaba diciendo: ‘Padre George, ahora Newman debería ser Doctor de la Iglesia’. Y fue entonces cuando pensé: tenemos que empezar a trabajar en esto, entender el proceso y ver cómo podríamos iniciarlo”, señala.

El gran converso del siglo XIX, que llegó a considerar al Papa como el Anticristo, fue proclamado este sábado por León XIV como el 38º Doctor de la Iglesia. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News
El gran converso del siglo XIX, que llegó a considerar al Papa como el Anticristo, fue proclamado este sábado por León XIV como el 38º Doctor de la Iglesia. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News

Un proceso que unió a la Iglesia entera

El sacerdote acudió al Dicasterio para las Causas de los Santos a comienzos de 2020, con el fin de conocer los pasos necesarios. En ese momento, el Oratorio de Birmingham, fundado precisamente por el entonces Cardenal Newman en 1848, emprendió una iniciativa mundial  junto con la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales para recabar el apoyo del episcopado católico. “Escribimos a todas las conferencias episcopales del mundo, preguntando si estarían dispuestas a apoyar al Santo Padre en caso de que decidiera nombrar a Newman Doctor de la Iglesia”, explica tras constatar que también recibieron respuestas desde América Latina.

En concreto, de Perú, Ecuador y Chile, pero también de Estados Unidos, de los países escandinavos y del Este de Europa. “Fue una respuesta positiva global”, asegura.

En la carta enviada a los obispos se incluían citas de los Papas —desde San Pío X hasta Francisco— que habían elogiado la doctrina de Newman. Ese corpus de apoyo sirvió de base para la positio, el documento teológico y biográfico que justifica el título de Doctor de la Iglesia.

20 expertos internacionales

El P. Bowen recuerda que, para ser Doctor de la Iglesia, un santo debe poseer una doctrina eminente y universal. “Ser Doctor de la Iglesia significa que su enseñanza sobresale: que se eleva por encima de lo ordinario, que tiene una calidad atemporal y un atractivo universal. No puede ser sólo relevante para un país o una época, sino para toda la Iglesia y todos los tiempos”, indica.

Para elaborar el documento, el Oratorio de Birmingham convocó a veinte expertos internacionales en la figura de Newman, quienes prepararon estudios sobre su vida, escritos además de incluir la valoración de los pontífices.

El P. Bowen subraya que el mensaje de Newman tiene una vigencia particular en el mundo contemporáneo, marcado por la confusión moral y la crisis de sentido: “Newman decía que la verdad no se impone: se descubre. Vivimos rodeados de voces que se presentan como verdaderas, pero él nos invita a ir más allá de las apariencias, ex umbris et imaginibus in veritatem —‘de las sombras y los fantasmas hacia la verdad’—l”.

El Papa León XIV también quiso nombrar a Newman co-patrón de la educación católica, subrayando el papel de su pensamiento en la formación integral de la persona. “Para Newman, educar no era sólo formar el intelecto”, explica Bowen. “Era también formar el corazón, la conciencia, las virtudes. Decía que una universidad debe educar a personas morales, no sólo a mentes brillantes. En un mundo donde la educación se mide sólo por resultados académicos, su voz es profética”, remarca.

La plaza de San Pedro durante la ceremonia en la el Papa proclamó a Newman Doctor de la Iglesia. Crédito: Daniel Ibañez/EWTN News
La plaza de San Pedro durante la ceremonia en la el Papa proclamó a Newman Doctor de la Iglesia. Crédito: Daniel Ibañez/EWTN News

“Su santidad está en su confianza en que Cristo sigue actuando”

Por otro lado, el holandés Hendro Munsterman, especialista en teología mariana y ecumenismo, ve en la figura de Newman un modelo de santidad que no “repite simplemente la doctrina”, sino que “profundiza en ella, incluso cuando tiene dificultades con ciertos aspectos de la tradición”.

“Su santidad está en su confianza en que Cristo sigue actuando”, detalla en declaraciones a ACI Prensa. El ejemplo más claro fue su reacción ante el dogma de la infalibilidad papal en el Concilio Vaticano I (1870). “Fue invitado, pero no quiso ir. Tenía miedo del dogma, no estaba contento con él. Pero cuando fue promulgado, lo defendió por fidelidad”, comenta Munsterman.

“Esa es su santidad —añade—: la fidelidad a la Iglesia, pero una fidelidad que cree que la Iglesia puede desarrollarse, comprender mejor la verdad”.

El teólogo y periodista holandés Hendro Munsterman tras la entrevista. Crédito: Victoria Isabel Cardiel/EWTN News
El teólogo y periodista holandés Hendro Munsterman tras la entrevista. Crédito: Victoria Isabel Cardiel/EWTN News

“Defendía que la fe católica no se identifica con una forma cultural única”

Tras su conversión, Newman mantuvo una postura crítica frente a la asimilación cultural católica en Inglaterra: “Muchos católicos ingleses creían que para ser verdaderamente católicos había que parecerse a los italianos, con sus procesiones, devociones y folklore popular. Newman sostuvo que se podía ser completamente católico y completamente británico”, recuerda Munsterman.

“Defendía que la fe católica no se identifica con una forma cultural única. Es una Iglesia de diversidad y de unidad en esa diversidad. Esta idea de inculturación anticipa lo que hoy entendemos como catolicidad auténtica”, agrega.

El precursor invisible del Vaticano II

Para Munsterman, Newman también fue el precursor invisible del Concilio Vaticano II y, en cierta manera, de la renovación sinodal emprendida por el Papa Francisco.

En 1859, el santo inglés escribió un artículo titulado On Consulting the Faithful in Matters of Doctrine (Sobre la consulta a los fieles en cuestiones de doctrina) en el que argumentó que el consenso universal de los laicos, el llamado consensus fidelium, guiado por el Espíritu Santo, es un testimonio vital de la Tradición Apostólica y juega un papel esencial en la preservación y el desarrollo de la doctrina cristiana.

“Defendió que la Iglesia debía escuchar también a los fieles laicos en cuestiones doctrinales. Eso es exactamente sinodalidad, un siglo antes del Concilio Vaticano II. Por eso lo llamamos el teólogo invisible del Concilio Vaticano II. No estuvo físicamente allí, pero sus ideas lo prepararon”, subraya Munsterman, que constata que esta faceta provenía en parte de su herencia protestante.

“Newman entendía que, por el bautismo, todos los cristianos reciben el Espíritu Santo. No sólo los sacerdotes o los obispos. Y ese Espíritu permite a cada creyente entrar en contacto con la realidad viva de Cristo. Los laicos, muchas veces, comprenden aspectos de la fe que el conjunto de la Iglesia necesita descubrir”, subraya.

Por ello, dice Munsterman, Newman fue un incomprendido en su época: “En la Iglesia clerical del siglo XIX, estas ideas eran inaceptables. Muchos sacerdotes y obispos lo rechazaban”. Sin embargo, continúa, el Papa León XIII “reconoció su grandeza, lo creó cardenal al final de su vida y lo llamó Il mio cardinale”.

"Newman es un símbolo de unidad", asegura experto. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News
"Newman es un símbolo de unidad", asegura experto. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News

“Newman es un símbolo de unidad”

Para el teólogo holandés, corresponsal en el Vaticano del diario Nederlands Dagblad, la reciente proclamación de John Henry Newman como Doctor de la Iglesia representa mucho más que un reconocimiento académico: es un signo de comunión e inspiración para un tiempo eclesial marcado por el discernimiento y el diálogo.

“Newman es un símbolo de unidad”, afirma Munsterman. “Lo interesante es que es una figura que cautiva a todos los lados de la Iglesia —a los que podríamos llamar conservadores y a los progresistas, aunque no nos gusten esas etiquetas— todos aprecian a Newman. Siempre hay algo que descubrir en Newman desde ambas perspectivas".

Según el teólogo, la figura del cardenal inglés —convertido del anglicanismo al catolicismo en 1845 — trasciende las categorías eclesiales habituales. “Newman tiene la capacidad de hablar a todos: a quienes aman la tradición y a quienes buscan el desarrollo doctrinal; a quienes desean claridad dogmática y a quienes se sienten llamados al diálogo. En él, esos polos no se oponen, sino que se enriquecen".

“En este tiempo de sinodalidad, lo más hermoso sería que pudiéramos escucharnos unos a otros sobre lo que cada cual aprecia de Newman. Eso sería profundamente ‘newmaniano’”, comenta. Y concluye: “Newman nos enseña que la verdad se despliega en la historia a través del diálogo entre fidelidad y renovación. No hay desarrollo sin continuidad, pero tampoco continuidad sin crecimiento. Su vida es un testimonio de búsqueda honesta de la verdad en comunión con la Iglesia”.