Ante las manifestaciones de productores de maíz en México que exigen mejores precios, la Iglesia Católica llamó a las autoridades a brindar soluciones justas y sostenibles, subrayando que no trata de “un capricho, sino una demanda legítima”.
Durante los días 28 y 29 de octubre, miles de agricultores bloquearon más de 30 carreteras en al menos diez estados, principalmente Querétaro, Hidalgo, Michoacán y Sinaloa, en protesta por el bajo precio al que se compra el maíz.
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Tras dos días de negociaciones con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), los líderes campesinos y el Gobierno federal acordaron un apoyo de 950 pesos por tonelada (51.26 dólares), de los cuales la mayoría será cubierta por el gobierno federal, mientras que la otra será asumida por el gobierno estatal.
Sin embargo, algunos productores manifestaron su inconformidad y mantuvieron los bloqueos.
Durante su conferencia matutina de este jueves 30 de octubre, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, afirmó que las mesas de diálogo continúan abiertas, aunque advirtió que “en algunos casos hay otros intereses no tan legítimos en estos cierres de carreteras”.
En un comunicado del 29 de octubre, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) expresó su solidaridad con los campesinos y reconoció que la movilización “se produce bajo una lógica legítima ante los precios internacionales y la falta de mecanismos efectivos de protección”, situación que ha llevado a muchos campesinos “a malbaratar el fruto de su trabajo, poniendo en riesgo su sustento y el de sus familias”.
“El campo mexicano, que alimenta a nuestra nación, merece ser atendido con justicia y prontitud”, aseguraron los obispos.
El maíz es un alimento fundamental en la economía mexicana, con este, se elaboran productos tradicionales como las tortillas, esenciales en la dieta de millones de personas. Según datos del gobierno, cada mexicano consume por año 196 kilos de maíz blanco.
Por ello, la CEM insistió en que el bien común debe prevalecer “sobre los intereses particulares” y recordó que los recursos de la tierra están destinados “al beneficio de todos, especialmente de los más necesitados”.
Los obispos exhortaron a las autoridades a actuar “con altura de miras, diligencia y verdadera capacidad de negociación”.
Por su parte, el episcopado también dirigió un mensaje a los agricultores en el que los animaron a “buscar caminos de diálogo que no profundicen el sufrimiento de otros hermanos mexicanos”.
A las empresas, las instó a ofrecer precios justos por los productos del campo, recordando que “detrás de cada cosecha hay familias enteras que dependen de ese ingreso”.
Finalmente, los obispos advirtieron que la situación “es urgente y no admite dilación”, y alertaron que, de no atenderse con prontitud y justicia, se corre el riesgo “de caer en una descomposición social irreversible que afectará tanto al campo como a la economía nacional y al bienestar de millones de mexicanos”.
Finalmente, los obispos afirmaron que continuarán acompañando a los mexicanos, “promoviendo el diálogo, la justicia y la paz que tanto necesitamos”.




