En una audiencia con la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, el Papa León XIV les agradeció por su servicio humilde a las comunidades de Tierra Santa, donde están llamados a dar testimonio de “que la vida vence a la muerte”.

El Papa recordó al inicio de su discurso la misión con la que fue erigida la Orden en 1098: custodiar el Santo Sepulcro, cuidar a los peregrinos y sostener a la iglesia de Jerusalén.

Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram

Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:

El Santo Padre les agradeció por continuar con esa labor que realizan “con la humildad, la entrega y el espíritu de sacrificio que caracterizan a las órdenes caballerescas”, especialmente por su testimonio y solidaridad con los cristianos de Tierra Santa. 

En particular, el Pontífice remarcó que todavía hoy ayudan a las comunidades de Tierra Santa “sin hacer ruido ni buscar publicidad” y sosteniendo al Patriarcado Latino de Jerusalén en sus diversas actividades, como las obras caritativas o los proyectos humanitarios.

“Mostráis que custodiar el Sepulcro de Cristo no significa simplemente preservar un patrimonio histórico, arqueológico o artístico —por muy importante que sea—, sino sostener una Iglesia hecha de piedras vivas, que en torno a él nació y aún hoy vive como signo auténtico de la esperanza pascual”, señaló. 

A continuación, León XIV reflexionó sobre la misión de la Orden y afirmó que permanecer junto al Sepulcro del Señor “significa renovar la propia fe en el Dios que cumple sus promesas, cuya potencia ninguna fuerza humana puede vencer”. 

“En un mundo en el que la prepotencia y la violencia parecen prevalecer sobre la caridad, —continuó— estáis llamados a dar testimonio de que la vida vence a la muerte, que el amor vence al odio, que el perdón vence a la venganza y que la misericordia y la gracia vencen al pecado”.

Les exhortó, además, a presidir los lugares santos con fe, para ayudar así a los fieles a “detenerse con el corazón junto a la tumba de Cristo, donde el dolor encuentra respuesta en la confianza”.

Para lograrlo, les aconsejó tener una “intensa vida sacramental”, así como escuchar y meditar sobre la palabra de Dios, con la oración personal y litúrgica, y con la formación espiritual.

Más tarde, el Papa posó su mirada en la esperanza, encarnada en las mujeres que se dirigieron al Sepulcro para buscar a Jesús.

“En cuántas ocasiones, gracias a vuestra labor, se abre una rendija de luz para personas, familias y comunidades enteras que corren el riesgo de verse arrolladas por dramas terribles, en todos los niveles, especialmente en los lugares donde vivió Jesús”, precisó.

También recordó que, cuando San Pedro y San  Juan corren hacia el sepulcro y se encuentran con la tumba de Jesús vacía, representa “el gesto de la peregrinación, símbolo de la búsqueda del sentido último de la vida”.

Así, les invitó a vivir su peregrinación a Roma “como una etapa desde la cual reemprender el camino hacia la única meta verdadera y definitiva: la plena y eterna comunión con Dios en el Paraíso”.

A modo de conclusión, les pidió dar testimonio e invitar a los fieles “a vivir las cosas de este mundo con la libertad y la alegría de quien sabe que está en camino hacia el horizonte infinito de la eternidad”.