El Arzobispo de Madrid, Cardenal José Cobo, expuso que “sin oración la teología se vuelve un discurso vacío, palabra sin savia”, durante la Misa de inauguración del curso académico de la Universidad San Dámaso que tuvo lugar este miércoles en la Catedral de La Almudena. 

El purpurado resaltó además que esta disciplina académica es, como cualquier saber humano, una aproximación al Misterio y, por tanto, “una palabra humilde sobre un Dios que siempre es más que nos sobrepasa, nos asombra, nos envuelve”. 

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En relación con la oración, el Cardenal Cobo expuso que tanto la personal como la comunitaria, se entrelazan y retroalimentan: “Sin comunidad, la oración se marchita; sin oración, la comunidad pierde el alma”. 

Así, pidió al Señor que “nos haga hombres y mujeres de oración como requisito para ser hombre y mujeres de estudio”, porque la disciplina teológica “no es un mero ejercicio intelectual”, sino un conocimiento “que nace de la fe y vuelve a la fe”, porque la oración “abre el alma al misterio” y el estudio “ayuda a comprenderlo con la inteligencia que Dios nos ha dado”. 

El Arzobispo de Madrid señaló que, de la misma manera que es imposible separar oración y teología, “también lo es separarlas de la vida”, de tal manera que “se hace teología en el contacto con la realidad, en la escucha de los signos de los tiempos”. 

En concreto, el Cardenal Cobo se refirió en el contexto actual a las guerras, al desafío de la inteligencia artificial “y, sobre todo, al grito silencioso de los pobres”. 

“Una teología que no escuche el clamor del mundo se vuelve autorreferencial y sin espíritu”, subrayó. 

Por otro lado, el purpurado reflexionó sobre la conveniencia de que la universidad católica sea “lugar de diálogo y casa de encuentro, espacio donde la fe y la razón se fecunden mutuamente, donde se piense con mente abierta y corazón creyente, en plena sintonía con el caminar de toda la Iglesia”. 

En este sentido, propuso que “la sinodalidad sea asumida como línea prioritaria y transversal en todas las dimensiones de la vida universitaria” como respuesta a “un sentir profundo del Espíritu que, a través del camino sinodal y la oración, inspira una nueva forma de pensar, discernir y actuar en comunidad”.

Asimismo, el purpurado animó a que la universidad “sea un espacio donde la fe se piense, donde la razón se ilumine y donde la verdad se busque con alegría” y que, añadió, “subraye el carácter y la estructura sinodal de la Iglesia”.