Este sábado 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, el Papa León XIV se encontró con una multitud de fieles y peregrinos en la Plaza de San Pedro, a quienes dirigió una catequesis centrada en el tema “Esperar es elegir”, proponiendo como ejemplo la vida de Santa Clara de Asís, fiel seguidora del gran santo italiano y fundadora de la segunda orden franciscana.
A continuación, el texto completo de la catequesis del Santo Padre durante la Audiencia Jubilar de este sábado:
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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos todos!
En el texto bíblico que acabamos de leer (Lc 16,13-14), el Evangelista señala que algunas personas, después de escuchar a Jesús, se burlaban de él. Les parecía absurdo su discurso sobre la pobreza. Más precisamente, se sentían tocados en lo más profundo por su apego al dinero.
Queridos amigos, han venido como peregrinos de la esperanza, y el Jubileo es un tiempo de esperanza concreta, en el que nuestro corazón puede encontrar perdón y misericordia, para que todo pueda comenzar de nuevo. El Jubileo también abre a la esperanza de una diferente distribución de las riquezas, a la posibilidad de que la tierra sea de todos, porque en realidad no es así. En este año debemos elegir a quién servir, si a la justicia o a la injusticia, si a Dios o al dinero.
Esperar es elegir. Esto significa al menos dos cosas. La más evidente es que el mundo cambia si nosotros cambiamos. La peregrinación se hace por esto, es una elección. La Puerta Santa se atraviesa para entrar en un tiempo nuevo.
El segundo significado es más profundo y sutil: esperar es elegir porque quien no elige se desespera. Una de las consecuencias más comunes de la tristeza espiritual, es decir, de la acedia, es no elegir nada. Entonces, quien la experimenta es invadido por una pereza interior que es peor que la muerte. Esperar, en cambio, es elegir.
Me gustaría recordar hoy a una mujer que, con la gracia de Dios, supo elegir. Una joven valiente y a contracorriente: Clara de Asís. Y me alegra hablar de ella precisamente en el día de la fiesta de San Francisco.
Sabemos que Francisco, al elegir la pobreza evangélica, tuvo que romper con su propia familia. Pero era un hombre: el escándalo existió, pero fue menor. La elección de Clara resultó aún más impresionante: ¡una joven que quería ser como Francisco, que quería vivir, como mujer, libre como aquellos hermanos!
Clara comprendió lo que pide el Evangelio. Pero incluso en una ciudad que se cree cristiana, el Evangelio tomado en serio puede parecer una revolución. Entonces, como hoy, ¡hay que elegir! Clara eligió, y esto nos da una gran esperanza.
Vemos de hecho dos consecuencias de su coraje al seguir ese deseo: la primera es que muchas otras jóvenes de esa zona encontraron el mismo coraje y eligieron la pobreza de Jesús, la vida de las Bienaventuranzas; la segunda consecuencia es que esa elección no fue como fuego de paja, sino que perdura en el tiempo, hasta nosotros. La elección de Clara ha inspirado elecciones vocacionales en todo el mundo y así lo sigue haciendo hasta hoy.
Jesús dice: no se pueden servir a dos señores. Así, la Iglesia es joven y atrae a los jóvenes. Clara de Asís nos recuerda que el Evangelio gusta a los jóvenes. Sigue siendo así: a los jóvenes les gustan las personas que han elegido y asumen las consecuencias de sus elecciones. Y esto hace que otros deseen elegir. Es una santa imitación: uno no se convierte en "fotocopia", sino que cada uno –cuando elige el Evangelio– se elige a sí mismo. Se pierde a sí mismo y se encuentra a sí mismo. La experiencia lo demuestra: sucede así.
Oremos, pues, por los jóvenes; y oremos para ser una Iglesia que no sirva al dinero o a sí misma, sino al Reino de Dios y su justicia. Una Iglesia que, como Santa Clara de Asís, tenga el coraje de habitar la ciudad de manera diferente. ¡Esto da esperanza!




