Un nuevo estudio de Lifeway Research revela que una ligera mayoría de estadounidenses cree que es moralmente aceptable que las personas con enfermedades terminales soliciten el suicidio asistido por un médico, mientras que un número mayor cree que los médicos deberían poder ayudar a los pacientes que desean terminar con sus vidas.
El estudio American Views on Assisted Suicide encontró que el 51% de los encuestados considera moralmente aceptable que una persona con una enfermedad terminal dolorosa busque la ayuda de un médico para terminar con su vida. Un porcentaje ligeramente superior, el 55%, cree que los médicos deberían tener autorización legal para ayudar a los pacientes que solicitan ayuda para terminar con sus vidas.
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Sin embargo, el apoyo no es sólido, según el estudio: solo 1 de cada 5 estadounidenses dijo estar "totalmente de acuerdo" con que es moralmente aceptable que los pacientes pidan ayuda para terminar con sus vidas, mientras que el 30% dijo estar "algo de acuerdo".
Un número ligeramente mayor de estadounidenses encuestados, 1 de cada 4, opina que los médicos deberían estar permitidos de ayudar a los pacientes a terminar con sus vidas.
El estudio también encontró que el 32% consideraba moralmente inaceptable el suicidio asistido por un médico y el 17% manifestó su indecisión.
El apoyo varía regionalmente, con una mayor aprobación en las zonas urbanas y costeras (hasta un 60% en algunos lugares) en comparación con los estados rurales o del sur, donde la oposición suele coincidir con valores religiosos, según Lifeway. El estudio, realizado mediante paneles en línea, incluyó a 1.200 adultos, con un margen de error de más o menos 3,1 puntos porcentuales.
Scott McConnell, director ejecutivo de Lifeway Research, una firma de investigación protestante evangélica, señaló: “La mitad de los estadounidenses buscan su propio bienestar y su propio camino incluso en la muerte, pero eso no significa que no reflexionen sobre la moralidad del suicidio asistido por un médico”.
CNA —agencia en inglés de EWTN News— también conversó sobre los resultados de la encuesta con Jessica Rodgers, directora de coaliciones del Patients’ Rights Action Fund, un grupo no partidista cuyo propósito es “abolir las leyes sobre el suicidio asistido”.
La organización califica estas leyes de "intrínsecamente discriminatorias, imposibles de regular de forma segura y que ponen a los miembros más vulnerables de la sociedad en riesgo de sufrir daños mortales".
Menos apoyo, mayor oposición
Rodgers declaró a CNA que las cifras de la encuesta muestran una disminución del apoyo público. "Ciertamente, no veo un impulso de su parte", afirmó.
De hecho, un estudio de Lifeway Research de 2016 reveló que para el 67 % de los encuestados la práctica era moralmente aceptable, mientras que el 33 % se mostró en desacuerdo.
Rodgers afirmó que las personas tienden a oponerse a esta práctica a medida que se informan sobre lo peligrosas que son las políticas que rodean la legalización del suicidio asistido. Añadió que "la oposición abarca todo el espectro político".
En Nueva York, donde la Legislatura estatal aprobó recientemente un proyecto de ley que legaliza la práctica, la gobernadora Kathy Hochul aún no ha promulgado la ley.
"A diario, diversos defensores de todo el espectro político le piden que vete", declaró Rodgers. "De hecho, algunos de los líderes demócratas se han opuesto con mayor vehemencia al proyecto de ley".
Defensores de las personas con discapacidad, personal sanitario y miembros de diversos grupos religiosos se han unido en su oposición a las leyes, afirmando que legalizar el suicidio asistido es perjudicial para sus comunidades y para los pacientes.
Morir con dolor o en paz es una falsa elección
Rodgers dijo que "los defensores a menudo lo presentan erróneamente como '¿quieres morir con dolor o quieres una muerte en paz?'" e indicó que esta práctica en realidad se dirige a personas con discapacidad.
"Pone en riesgo a nuestros vecinos vulnerables, y a medida que la gente aprende más sobre ella, tiende a oponerse", afirmó, recordando que el suicidio asistido por un médico es ahora la quinta causa principal de muerte en Canadá.
Oregón legalizó el suicidio asistido por un médico con la Ley de Muerte con Dignidad en 1997. Desde entonces, 11 estados y Washington DC ya permiten la práctica. La mayoría de las leyes exigen diagnósticos terminales con seis meses o menos de vida, capacidad mental y la aprobación de múltiples médicos.
El suicidio asistido por un médico consiste en la muerte del paciente llevada a cabo por el profesional de la salud, por lo tanto, es diferente de la eutanasia.
La eutanasia voluntaria está permitida en un número limitado de países, entre ellos Bélgica, Canadá, Colombia, Ecuador y Luxemburgo, Países Bajos, Nueva Zelanda, España y Portugal. En Bélgica y Países Bajos, los menores pueden ser sometidos a eutanasia si lo solicitan.
¿Cuál es la postura de la Iglesia respecto al suicidio asistido?
La Iglesia Católica condena tanto el suicidio asistido como la eutanasia, y en su lugar promueve los cuidados paliativos, que consisten en apoyar a los pacientes con el manejo del dolor y la atención a medida que se acerca el final de sus vidas. Además, la Iglesia aboga por un “respeto especial” por toda persona con discapacidad o enfermedad grave (Catecismo de la Iglesia Católica, 2276).
Según el Catecismo, “la eutanasia voluntaria, cualesquiera que sean sus formas y sus motivos, constituye un homicidio. Es gravemente contraria a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador” (CIC, 2324).
Toda acción u omisión que intencionalmente “provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador” (CIC, 2277).
La enseñanza católica también establece que los pacientes y los médicos no están obligados a hacer todo lo posible para evitar la muerte, pero si una vida ha llegado a su conclusión natural y la intervención médica no sería beneficiosa, la decisión de “renunciar a medios extraordinarios o desproporcionados” para mantener con vida a una persona moribunda no es eutanasia, como explicó San Juan Pablo II en Evangelium Vitae.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.




