El Papa León XIV aseguró este domingo 14 de septiembre, en la fiesta de la Exaltación de la Cruz, que aunque los mártires “fueron asesinados en el cuerpo, nadie podrá apagar su voz ni borrar el amor que donaron”.

Así lo dijo al presidir durante la tarde la “Conmemoración de los mártires y testigos de la fe del siglo XXI” en la Basílica de San Pablo Extramuros, en Roma, un encuentro ecuménico que reunió también a representantes de Iglesias Ortodoxas, Iglesias Orientales, diversas comunidades cristianas, así como instituciones ecuménicas y autoridades de dicasterios del Vaticano.

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Citando la encíclica Ut unum sint, de San Juan Pablo II, León XIV resaltó en su homilía que los cristianos “estamos convencidos” de que el martirio “es ‘la comunión más auténtica que existe con Cristo, que derrama su sangre y, en este sacrificio, acerca a quienes un tiempo estaban lejanos’”.

“Aún hoy podemos afirmar con Juan Pablo II que, allí donde el odio parecía impregnar cada aspecto de la vida, estos audaces servidores del Evangelio y mártires de la fe demostraron evidentemente que ‘el amor es más fuerte que la muerte’”, añadió, recogiendo las palabras del Papa polaco en la edición del encuentro ecuménico en el año 2000.

“Recordamos a estos hermanos y hermanas nuestros con la mirada dirigida al Crucificado. Con su cruz Jesús nos ha manifestado el verdadero rostro de Dios, su infinita compasión por la humanidad; cargó sobre sí el odio y la violencia del mundo, para compartir la suerte de todos los que son humillados y oprimidos”, dijo el Santo Padre.

De igual forma, continuó, en la actualidad muchos cristianos “a causa de su testimonio de fe en situaciones difíciles y contextos hostiles, cargan con la misma cruz del Señor. Al igual que Él son perseguidos, condenados, asesinados”.

“Una esperanza llena de inmortalidad”

A los mártires, aseguró, alcanza la bienaventuranza de Jesús, que en el capítulo 5 de Mateo dice que “Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí”.

“Son mujeres y hombres, religiosas y religiosos, laicos y sacerdotes, que pagan con la vida la fidelidad al Evangelio, el compromiso con la justicia, la lucha por la libertad religiosa allí donde todavía es transgredida, la solidaridad con los más pobres”.

“Según los criterios del mundo han sido ‘derrotados’”, señaló León XIV, subrayando que la verdad es otra, pues “como nos dice el libro de la Sabiduría: ‘A los ojos de los hombres, ellos fueron castigados, pero su esperanza estaba colmada de inmortalidad’”.

La de los mártires, resaltó, “es una esperanza llena de inmortalidad, porque su martirio sigue difundiendo el Evangelio en un mundo marcado por el odio, la violencia y la guerra”.

“Es una esperanza llena de inmortalidad, porque, aunque fueron asesinados en el cuerpo, nadie podrá apagar su voz ni borrar el amor que donaron; es una esperanza llena de inmortalidad, porque su testimonio permanece como profecía de la victoria del bien sobre el mal”.

“Todavía hoy no ha terminado la persecución de los cristianos”

A continuación, el Papa recordó el testimonio de diversos cristianos que dieron la vida en defensa de la fe. “Pienso en la fuerza evangélica de la Hermana Dorothy Stang, comprometida con los ‘sin tierra’ en la Amazonía. A quienes se disponían a matarla y le pedían un arma, ella les mostró la Biblia respondiendo: ‘He aquí mi única arma’”, dijo.

La Hermana Dorothy, religiosa de la congregación católica de las Hermanas de Nuestra Señora de Namur, nacida en 1931 en Dayton, Ohio (Estados Unidos), que, siendo misionera en Brasil defendió tanto el medio ambiente en la región como a sus habitantes. Fue asesinada a balazos por dos sicarios en medio de un camino rural en la selva.

El Papa recordó también al P. Ragheed Ganni, “sacerdote caldeo de Mosul en Irak, que renunció a combatir para testimoniar cómo se comporta un verdadero cristiano” y murió a manos de terroristas fanáticos en 2007.

“Pienso en el hermano Francis Tofi, anglicano y miembro de la Melanesian Brotherood, que dio la vida por la paz en las Islas Salomón”, dijo el Santo Padre, para asegurar luego que “los ejemplos serían muchos, porque lamentablemente, a pesar del fin de las grandes dictaduras del siglo XX, todavía hoy no ha terminado la persecución de los cristianos, es más, en algunas partes del mundo ha aumentado”.

“No podemos, no queremos olvidar”

León XIV resaltó luego que “no podemos, no queremos olvidar. Queremos recordar. Lo hacemos seguros de que, como en los primeros siglos, también en el tercer milenio la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”.

“Queremos preservar la memoria junto a nuestros hermanos y hermanas de las demás Iglesias y Comuniones cristianas”, expresó.

“Deseo, por tanto, reafirmar el compromiso de la Iglesia Católica de custodiar la memoria de los testigos de la fe de todas las tradiciones cristianas. La Comisión para los Nuevos Mártires, en el Dicasterio para las Causas de los Santos, cumple esta tarea, colaborando con el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos”, dijo.

El Papa resaltó que el documento final del Sínodo de la Sinodalidad reconoce que “el ecumenismo de la sangre une a los ‘cristianos de distintas tradiciones que juntos dan su vida por la fe en Jesucristo. El testimonio de su martirio es más elocuente que cualquier palabra: la unidad viene de la Cruz del Señor’”.

“¡Que la sangre de tantos testigos adelante el feliz día en el que beberemos del mismo cáliz de salvación!”, expresó el Papa.

Al finalizar su mensaje, León XIV recordó las palabras que Abish Masih, un niño pakistaní “asesinado en un atentado contra la Iglesia católica”, escribió en su cuaderno: “‘Making the world a better place’, ‘Hacer del mundo un lugar mejor’”.

“Que el sueño de este niño nos impulse a testimoniar con valentía nuestra fe, para ser juntos levadura de una humanidad pacífica y fraterna”, concluyó el Papa.

Que el martirio “impulse al arrepentimiento” a los perseguidores

Entre las peticiones, pronunciadas por líderes de las diversas Iglesias y comunidades cristianas presentes, se rogó a Dios “para que las comunidades cristianas, eligiendo el camino de la profecía evangélica sepan defender los derechos y la vida de los pobres contra cualquier estructura de pecado”.

También se recordó “a los cristianos asesinados en nombre de proyectos teocráticos y totalitarios, víctimas de actos terroristas durante el culto dominical o mientras se reunían en oración”, así como “ quienes se opusieron a la corrupción rechazando la idolatría del dinero, a costa de sus vidas”.

Otra plegaria fue elevada para que el sacrificio de los mártires “toque los corazones de los perseguidores y los impulse al arrepentimiento, para que no se derrame más la sangre de los inocentes y no se profanen más los lugares de culto”.

Además, se rezó “para que nuestras comunidades eclesiales sepan resistir juntas a la mercantilización de la vida y la cultura del descarte que produce discriminación, soledad y abandono para los débiles, oponiéndose al Evangelio, que hace de los últimos los primeros”.

Otra petición se hizo para que “recordemos a aquellos que promovieron la unidad de toda la familia humana, desafiando al señor de la división, del conflicto, de la guerra, hasta dar la vida. Con ellos, recordamos a quienes fueron asesinados por haber promovido el encuentro fraterno entre religiones, oponiendo a la propaganda del odio la sabiduría del Evangelio. Esos serán llamados hijos de Dios”.

Más de 1.600 mártires en los últimos 25 años

La Comisión de los Nuevos Mártires - Testigos de la fe del Dicasterio para las Causas de los Santos, creada en 2023 por el Papa Francisco, ha reconocido que en los últimos 25 años han sido asesinadas 1.624 personas por hecho de ser cristianas.

De acuerdo a un informe difundido recientemente, 643 fueron asesinados en el África subsahariana, mientras que otros 357 fueron martirizados en Asia y Oceanía.

304 casos fueron reconocidos en América y 277 en Medio Oriente y el Magreb. Otros 43 martirios se reconocieron en Europa.