El Papa León XIV visitó el lunes la Basílica de San Agustín en Roma por primera vez desde que fue elegido sucesor de San Pedro, el mismo lugar donde recibió la orden sacerdotal el 19 de junio de 1982, para presidir la Misa de inauguración del 188° Capítulo General de la Orden.

Visiblemente emocionado por el valor espiritual de este templo —situado en el corazón de la ciudad, a pocos metros de la emblemática Piazza Navona—, el Santo Padre fue recibido por el rector de la basílica, el P. Pasquale Cormio, junto al P. Alejandro Moral, prior general de la Orden de San Agustín, quien tiene una profunda amistad con el Pontífice. 

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La llegada del Papa a la Basílica de San Agustín. Crédito: Vatican Media
La llegada del Papa a la Basílica de San Agustín. Crédito: Vatican Media

Escoltado por estos dos hermanos agustinos, el Santo Padre se dirigió hasta la pequeña capilla donde se conservan los restos de Santa Mónica, la madre del santo de Hipona y que rezó sin descanso por la conversión de su hijo. 

De rodillas, frente a la tumba de la santa, el Papa León XIV permaneció en silencio durante unos instantes, antes de dirigirse al altar central para celebrar la Misa. En su cercana homilía, invitó a los agustinos a trabajar en la unidad, humildad y escucha. 

“Un hermano que comparte nuestro camino”

Al término de la ceremonia, el P. Alejandro Moral dirigió unas palabras al Santo Padre, en las que no faltó el agradecimiento y la expresión de la unión fraternal que une al Obispo de Roma con la Orden de San Agustín. 

“Su presencia en medio de nosotros es un don precioso, signo elocuente de la comunión que nos une y de la fraternidad que nos sostiene”, dijo el sacerdote español ante el Pontífice, los hermanos agustinos, las monjas contemplativas y los laicos de la Orden.

León XIV junto a sus hermanos agustinos. Crédito: Vatican Media
León XIV junto a sus hermanos agustinos. Crédito: Vatican Media

El P. Moral recordó que el pasado 8 de mayo “elevamos nuestra acción de gracias a Dios por su elección como sucesor de San Pedro” y aseguró que “hoy deseamos renovar ese mismo agradecimiento, reconociendo en usted no sólo el pastor universal, sino también el hermano que ha compartido nuestro camino, especialmente cuando era prior general, testimoniando cercanía y entrega”. 

Para el prior de la Orden, celebrar este encuentro en la Basílica de San Agustín, cerca de los restos mortales de Santa Mónica, “lo hace todo aún más significativo”: “Aquí, resuena la voz de nuestro padre, maestro y fundador espiritual, que nos recuerda cómo la Iglesia es la verdadera madre que genera y nutre sus hijos en la fe”.

Subrayó además que, desde hace casi ocho siglos, la Orden, nacida por iniciativa de la sede apostólica, “se esfuerza por ser fiel y disponible al servicio de la Iglesia y del Papa”. 

“Ante usted Santo Padre, hoy afirmamos con convicción esta fidelidad, seguros de que sólo en comunión con Pedro podemos vivir plenamente nuestra vocación evangélica”, agregó. 

También destacó la variedad de carismas de la Orden y aseguró que, “lejos de causar división, enriquece y construye la unidad del pueblo de Dios”. 

El P. Alejandro Moral dirige palabras de agradecimiento al Santo Padre. Crédito: Vatican Media
El P. Alejandro Moral dirige palabras de agradecimiento al Santo Padre. Crédito: Vatican Media

A continuación, ensalzó la importancia de la comunión, debido a que “estamos llamados a vivir como nos enseña Agustín, con el alma y el corazón proyectados a Dios, testimoniando fraternidad y sinodalidad. En un mundo herido por las divisiones, queremos convertirnos en uno en Aquél que es único”.

El sucesor de Prevost como prior general no quiso terminar su discurso sin nombrar la paz, recordando que León XIV “no se cansa de exhortarnos a no ceder a la lógica de la violencia, sino a custodiar en el corazón la llama del amor que hace posible la fraternidad universal”. 

“Sus palabras —dijo al Santo Padre—, cuando nos invita a no resignarnos a la guerra, son para nosotros luz y consuelo, y nos ayudan a convertirnos en semilla de paz, esperanza y cuidado de la creación”.

“Su presencia nos anima a seguir con confianza nuestro camino, nos llama a una misión vivida con humildad y entrega, pero también con valentía y esperanza”, dijo a continuación.

Finalmente, recordó que “el Evangelio es siempre fuente de alegría y de vida nueva. Así, queremos que nuestro capítulo sea un tiempo en el que el espíritu renueve en nosotros fidelidad y generosidad”.

Tras expresar su agradecimiento al Pontífice por su cercanía, ambos se abrazaron, gesto que simboliza la amistad que los une desde sus años de jóvenes seminaristas en el Colegio Internacional Santa Mónica, poco antes de la ordenación sacerdotal de Prevost en 1982.