Mientras la Iglesia Católica en Argentina despide al Cardenal Luis Pascual Dri, fraile capuchino de 98 años y antiguo confesor del Papa Francisco, fallecido la noche del lunes en Buenos Aires, el Papa León XIV envió sus condolencias.
A través de un telegrama firmado por el Secretario de Estado de la Santa Sede, Cardenal Pietro Parolin, y dirigido al Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva, el Santo Padre aseguró haber recibido “con dolor” la noticia del fallecimiento del Cardenal Dri.
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El Pontífice hizo extensivo su mensaje a los miembros de la comunidad de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos —a la que pertenecía el purpurado— como también “a los familiares del difunto, al clero, a las comunidades religiosas y a los fieles de esa querida arquidiócesis”.
Finalmente, recordando “a este abnegado pastor, que fue tan apreciado por el Papa Francisco, y que durante tantos años entregó su vida al servicio de Dios y de la Iglesia como confesor y director espiritual”, León XIV ofreció “fervientes sufragios por el eterno descanso del mencionado purpurado, para que el Señor Jesús le otorgue la corona de gloria que no se marchita”.
En la tarde del martes, varios obispos, sacerdotes y numerosos fieles llegaron hasta la Parroquia y Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya para despedir al sencillo fraile capuchino que hace dos años se convirtió en cardenal.
Un corazón sacerdotal
La Misa estuvo presidida por el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva y concelebrada por sus Obispos Auxiliares, Mons. Pedró Cannavó y Mons. Alejandro Pardo; el Arzobispo Emérito de Corrientes, Mons. Andrés Stanovnik —perteneciente a la Orden de Frailes Menores Capuchinos—; el Obispo de Lomas de Zamora, Mons. Jorge Lugones; el Obispo Emérito de San Isidro, Mons. Oscar Ojea; y el Obispo Auxiliar de San Isidro, Mons. Raúl Pizarro, junto a numerosos sacerdotes.
Mons. Ojea pronunció la homilía, destacando el “corazón sacerdotal” del Cardenal Dri, y haciendo referencia a sus años como confesor, aseguró que “se presenta al Señor hoy, tan lleno de los secretos del corazón de los hermanos".
El Obispo Emérito de San Isidro resaltó virtudes del sacerdote capuchino, su testimonio de la misericordia de Dios, de la esperanza y la alegría. "Desde el Cielo nos seguirá regalando esa vocación sacerdotal, especialmente dirigida a la misericordia".
También agradeció a los hermanos franciscanos capuchinos que lo cuidaron en el último tiempo.
El Cardenal Dri nos daba “ese abrazo de Dios”
El Arzobispo de Buenos Aires, por su parte, señaló que allí se encontraban “todos los hijos del padre Luis” que llegaban al santuario “a experimentar la ternura, el amor, el perdón, la misericordia, la caricia de Dios que tanto necesitábamos".
“En los días nublados necesitábamos mirar sus ojos, escuchar su voz, recibir el perdón de Dios y salir. Parecía entonces que volvía a salir el sol", aseguró.
Finalmente, expresó su compromiso de “ser un poquito ese abrazo de Dios que cada vez que veníamos aquí nos dabas".
Durante todo el día, seres queridos del padre Luis, miembros de la comunidad parroquial y fieles en general, se acercaron al santuario para despedirlo. Fue el caso de Ignacio Vázquez, quien se considera amigo del cardenal.
Vivió para estar junto a Dios, hoy cosecha lo que sembró
“Dios me dio la gracia de poder estar y compartir con él un montón de tiempo, un montón de circunstancias. Tengo un montón de anécdotas con él”, precisó en diálogo con Canal Orbe 21.
“Él en las peores circunstancias, jamás te iba a decir: ‘Estoy mal’”, señaló, sino que siempre respondía “excelente”. Por eso, animó a pensar que ahora, “él está excelente también, porque está junto a Dios, está donde él quería, vivió para esto, para llegar a este momento”.
“Es un santo, el padre Luis es un santo. Es un santo. Entonces hoy está cosechando lo que sembró acá en la tierra”, resumió.
Un hermano del pueblo
Fray Sauro Ceccarelli, párroco del Santuario de Pompeya, también recordó al Padre Dri: “Luis es un hombre y es un hermano del pueblo”, aseguró.
Al conocerse la noticia de su fallecimiento, explicó: “Yo estuve avisándole a la gente hasta las 2 de la mañana, escribiendo mensajes, pero tengo que avisarle al dueño de la heladería, al dueño de la carnicería que le regalaba el lechoncito para Navidad, a la gente del barrio que lo ama”,.
Cuando Dri fue creado Cardenal, reconoció el sacerdote, la comunidad lo vivió como “un regalo de Dios”, y precisó: “Nosotros estamos a dos cuadras de la provincia, somos el barrio más alejado [...] la gente de toda esta zona de las Villas, Alsina, Lanús, Avellaneda, Lomas de Zamora y también las villas aquí lindantes, la 24, 21-24 Zavaleta, para ellos la catedral es Pompeya”, aseguró. Por eso, lo vivieron como “una alegría enorme”, porque fue un regalo del Papa Francisco, para que Luis Dri fuera “testimonio, para todos los sacerdotes de la arquidiócesis, de confesor”.
Por eso, sus restos van a descansar en el santuario de Pompeya, como él lo quería, porque además, “él fue nombrado así cardenal para dar testimonio desde acá”.
Nuestro Padre Pío
Cuando el Cardenal Dri confesaba, admitió el párroco, el santuario “era un desfile, no sólo de laicos: un desfile de hermanos sacerdotes de la Arquidiócesis, del Gran Buenos Aires, un desfile de obispos que venían a confesarse, a pedirle consejo. Él tenía un don especial para eso”, afirmó. “Sería como nuestro Padre Pío”.
A los capuchinos, señaló el sacerdote, a veces los tildan de “manga ancha”, es decir, de ser “demasiado misericordiosos”. Era el caso del Padre Dri, a quien “a veces le daba escrúpulo por ahí, perdonar algunas cosas, pero le dijo a Jesús: ‘Vos me diste el mal ejemplo, por eso yo perdono todo’”.
El P. Sauro aseguró que lo que más extrañarán de él es “su capacidad de escucha, su alegría, y esta capacidad de siempre atraernos a Jesús, mostrarnos la misericordia de Dios, mostrarnos que Dios nos ama como somos, no como queremos ser”.




