Aunque estos días todas las miradas están puestas en los cardenales electores, hay un grupo de personas —incluidos laicos y eclesiásticos— que, desde el anonimato y con absoluta discreción, vela por cada detalle para que el cónclave se desarrolle sin errores.
Nada de lo que ocurre entre los muros vaticanos puede trascender, y todo el personal implicado en este evento crucial debe prestar juramento y comprometerse a guardar el más estricto secreto sobre lo que vive durante estas jornadas que mantienen en vilo al mundo entero.
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Por ello, los oficiales y encargados del cónclave, previamente aprobados por el cardenal Camarlengo, Kevin Farrell, y los tres cardenales asistentes, prestaron juramento el pasado lunes 5 de mayo en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico.
¿Quiénes forman parte de este grupo?
Según lo indicado en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, en este grupo se incluye a un eclesiástico de confianza del cardenal que preside el cónclave, así como dos religiosos agustinos encargados de la Sacristía Pontificia.
También prestaron juramento confesores en distintos idiomas que estarán disponibles durante estos días; personal médico y enfermeros e incluso los ascensoristas del Palacio Apostólico.
Asimismo, forma parte de este grupo el personal de limpieza y cocina, entre los que se encuentran un grupo de laicos “de confianza” y las religiosas que gestionan la Casa Santa Marta, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.
Los empleados de la florería y los técnicos de servicios también acudieron a esta cita el pasado lunes, e incluso los conductores que trasladan a los cardenales desde la Casa Santa Marta.
Dos oficiales de la Guardia Suiza Pontificia, responsables de la seguridad en la Capilla Sixtina, también se comprometieron a no revelar lo que presenciarán a partir de esta tarde.
El director de Seguridad y Protección Civil del Estado de la Ciudad del Vaticano, junto con parte de su equipo, también prestó juramento.
Excomunión automática si incumplen el juramento
Entre los eclesiásticos que no son cardenales pero que, sin embargo, tienen un papel relevante en el cónclave, se encuentran el Maestro de Ceremonias Pontificias, Mons. Diego Ravelli; el Secretario del Colegio Cardenalicio, que actúa de Secretario de la asamblea electiva; y ocho ceremonieros, encargados de entregar a los cardenales las papeletas para la votación.
Este personal se comprometió a mantener la más estricta confidencialidad de todo lo que rodea el cónclave, incluso después de su término. Además, tendrán prohibido realizar grabaciones de audio o video. Cualquier intento de romper el juramento se castiga con la excomunión automática (latae sententiae), impuesta directamente por la Santa Sede.
Este es el juramento:
“Yo N. N. prometo y juro observar el secreto absoluto con quien no forme parte del Colegio de los Cardenales electores, y esto perpetuamente, a menos que reciba especiales facultades dadas expresamente por el nuevo Pontífice elegido o por sus Sucesores, acerca de todo lo que atañe directa o indirectamente a las votaciones y a los escrutinios para la elección del Sumo Pontífice.
Prometo igualmente y juro que me abstendré de hacer uso de cualquier instrumento de grabación, audición o visión de cuanto, durante el período de la elección, se desarrolla dentro del ámbito de la Ciudad del Vaticano, y particularmente de lo que directa o indirectamente de algún modo tiene que ver con las operaciones relacionadas con la elección misma.
Declaro emitir este juramento consciente de que una infracción del mismo comportaría para mí la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica.
Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano”.



