A una semana de la partida del Papa Francisco el lunes 21 de abril, uno de sus amigos argentinos más cercanos lo recuerda con gratitud. Asegura que su legado es imposible de minimizar: “Nos deja un gran amor, que estamos obligados a replicar”.

“Siento que su legado va a ser impresionante, y va a ser reconocido en los años venideros”, afirmó a ACI Prensa, Marcelo Pivato, docente jubilado de Buenos Aires que compartió más de dos décadas de relación cercana con Jorge Mario Bergoglio.

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Pivato lo conoció en 1999 cuando trabajaba en el Ministerio de Educación. Desde ese primer encuentro, lo impactó su sencillez: “Fue afable, simpático, y buscó enseguida que lo vea como un hermano”.

Marcelo Pivato al lado izquierdo de la imagen. Jorge Mario Bergoglio en la esquina derecha. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato
Marcelo Pivato al lado izquierdo de la imagen. Jorge Mario Bergoglio en la esquina derecha. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato

De aquellos años rescata su coherencia de vida. Aún siendo arzobispo, Bergoglio insistía en trasladarse en subte o colectivo, y esa misma actitud la mantuvo en Roma: “Simplemente pudo expandir lo que ya hacía como sacerdote y obispo, viviendo siempre con la misma humildad y cercanía”.

A lo largo de los años, esa amistad se transformó en algo más profundo: “Para mí fue la protección que me pudo haber dado mi padre. Es incomparable con nadie”, recuerda.

Con voz serena, Pivato rememora que fue el propio Bergoglio quien dio testimonio ante la justicia para la adopción de su único hijo, José Luis, a quien años más tarde bautizaría personalmente. Ya siendo Papa, le daría la primera comunión en Santa Marta.

Bautismo de José Luis Pivato presidido por el Arzobispo Jorge Mario Bergoglio. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato
Bautismo de José Luis Pivato presidido por el Arzobispo Jorge Mario Bergoglio. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato

“Nosotros hicimos los trámites como hace todo el mundo, pero él se tomó el trabajo de conversar con jueces, con magistrados”, recordó con alegría.

El entonces Arzobispo Jorge Mario Bergoglio bautizando a José Luis Pivato. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato
El entonces Arzobispo Jorge Mario Bergoglio bautizando a José Luis Pivato. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato

Tras llevar a su hijo recién nacido a casa, Pivato recibió una llamada de felicitación de Bergoglio, con quien acordó que el 23 de octubre de 2004 celebraría el bautismo en la parroquia Niño Jesús. “Fue el momento más feliz de mi vida”, confesó Pivato, y recordó con emoción que el protagonista de esa alegría fue su gran amigo Jorge Mario.

Papa Francisco y José Luis (2013). Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato
Papa Francisco y José Luis (2013). Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato

El legado de Francisco

Pero más allá de los gestos personales, Marcelo destaca la herencia universal que deja Francisco: “Creo que el mayor legado es que él se presentó no como un rey, sino como un hombre que él mismo reconocía como pecador. Su línea siempre fue igual: la opción por los pobres, por los invisibles, su humildad y su austeridad”.

En sus últimos encuentros —el último en junio de 2024— hablaron largamente sobre la vida, la fe y el sentido del sufrimiento. “Yo le comenté la idea que teníamos con mi esposa de llevar adelante una fundación que atendiera a madres embarazadas en situación de vulnerabilidad, y él me dijo: ‘Hacelo, hacelo’. Él era un hombre de acción”.

Uno de los últimos encuentros de Marcelo y José Luis con el Papa Francisco. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato
Uno de los últimos encuentros de Marcelo y José Luis con el Papa Francisco. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato

Francisco fue, según Marcelo, un líder que no se apartó de su esencia: “Él no cambiaba. Lograba estar con un rey o con la gente más humilde, y era el mismo. No se ponía arriba de uno. Estaba al lado”.

Esa coherencia, dice, fue la misma tanto en Buenos Aires como en Roma. “En el archipiélago de Buenos Aires actuaba de la misma manera que actuó en Roma. Quiso colaborar. Y Argentina tal vez lo va a entender ahora, a no profundizar la famosa grieta que hay en la ciudadanía”, dijo refiriéndose a la extrema polarización política y social que vive su país. 

Cuando se le pregunta qué deja el Papa a quienes no son católicos, Pivato no duda: “Les ha marcado lo que él decía: ‘Todos juntos, el Fratelli tutti’. Tal vez sus enseñanzas nos ayuden a ablandar más nuestros corazones”.

“Todavía van a quedar muchas hojas del libro por leer. Y uno de los grandes logros es abrir la Iglesia a todos”, asegura.

Sobre la última etapa de su vida, en la que Francisco enfrentó con entereza una neumonía bilateral y bronquitis asmática, Marcelo dice que “él quería entregar la vida hasta el final. Se auto definió como un mal paciente, porque no quería dejar de hacer cosas. Pero creo que ponía todo en manos de Dios”.

Desde el primer encuentro, a Marcelo le impactó la sencillez de Jorge Mario: “Fue afable, simpático, y buscó enseguida que lo vea como un hermano”. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato
Desde el primer encuentro, a Marcelo le impactó la sencillez de Jorge Mario: “Fue afable, simpático, y buscó enseguida que lo vea como un hermano”. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato

“Él se ha ido con mucha paz, y creo que mucha gente que lo veía con un ojo y un corazón chiquito, hoy está aprendiendo a verlo con los ojos y el corazón del mundo, digamos: a verlo en su verdadero valor”, asegura.

Sobre las críticas al pontificado de Francisco

Pivato también se refirió a las críticas que el Papa Francisco recibió durante su pontificado, especialmente desde algunos sectores de la Iglesia: “Bueno, la Iglesia tiene —como toda institución— sus distintas variantes. Entonces, es lógico que haya críticas. Y es lógico también que esas críticas se acentúen en un Papa que vino a romper, de alguna manera, muchos modelos”.

Marcelo visitando al Papa Francisco en Roma. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato
Marcelo visitando al Papa Francisco en Roma. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato

Sin embargo, afirmó que su amigo Bergoglio “no fue nunca contra el Evangelio, contra las enseñanzas de Jesús ni contra lo que la Biblia dice”.

Por eso considera que la figura de Francisco será más valorada con el tiempo: “Tal vez —como pasa muchas veces con los próceres de la historia— con el tiempo se reconozca más la labor, o aquellos que estuvieron en contra entiendan que no era para estar tanto en contra”. Aunque también admitió que “habrá quienes, en líneas muy, muy conservadoras, piensen que no, que no le ha hecho bien a la Iglesia”.

Algunos recuerdos finales

En una de las anécdotas más impactantes, Marcelo recuerda que, durante el gobierno del presidente Carlos Menem, Bergoglio fue advertido por los servicios de inteligencia de un posible atentado durante la procesión de Corpus Christi en la Plaza de Mayo. 

“Le pidieron que usara chaleco antibalas, pero él se negaba”, cuenta Pivato. Finalmente accedió, presionado por las autoridades, pero no sin incomodidad. Pivato recuerda que Francisco, al regresar, se retiró el chaleco con mucho fastidio, y le dijo: ‘Nunca más me voy a poner un chaleco antibalas, porque si a Juan Pablo II lo atacaron y Dios lo protegió… a mí también me va a proteger”.

Para Pivato, esa actitud resume su esencia: “Siempre la humildad por delante”. Y recuerda que, incluso como Papa, viajó sin miedo a zonas de alto riesgo, como Medio Oriente o África, pese a los reportes de posibles atentados.

“No fue solamente el Papa bueno y el Papa de los pobres. Fue un Papa que animó a tener esperanza. Tal vez tenemos ahora la desgracia de que se haya ido, pero la oportunidad de verlo con los ojos del mundo, especialmente de los marginados”, aseguró.

Al terminar la conversación, Marcelo confiesa: “Mi familia lo consideró siempre parte de la familia. Dios quiso que sea Papa, pero para nosotros era uno de nosotros. Nos deja un gran amor, que estamos obligados a replicar”.

Marcelo junto a su esposa e hijo visitando a Francisco. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato
Marcelo junto a su esposa e hijo visitando a Francisco. Crédito: Cortesía de Marcelo Pivato