Esta semana, Venezuela conmemoró el 40° aniversario de la primera visita del Papa San Juan Pablo II, del 26 al 29 de enero de 1985, en la que recorrió diversas ciudades como Caracas, Maracaibo, Mérida y Ciudad Guayana.

El Papa polaco llegó a tierras merideñas, en las montañas andinas venezolanas, el 28 de enero. Ofició la Misa en el sector de La Hechicera, allí manifestó a la multitud que “puede decirse, con razón, que los Andes constituye la reserva espiritual de la Nación”.

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“¿A través de qué pruebas pasa la fe de los cristianos contemporáneos? ¿Cuáles son las pruebas en medio de las cuales ella debe madurar y crecer aquí, en Venezuela? ¿Cómo debe ser esta fe para que la herencia apostólica responda verdaderamente a la herencia de los siglos?”, cuestionó el Papa en su homilía de aquel día.

“Esa fe que ha sufrido y sufre los embates del laicismo y secularismo, debe ser renovada. Y renovar la fe es profundizar en el conocimiento de la doctrina católica; es hacer la experiencia vital del amor a Dios y a los hermanos; es anunciar a los demás el Evangelio. Sólo esa fe renovada será capaz de conducir a la fidelidad: fidelidad a Jesucristo, a la Iglesia y al hombre”, añadió.

Como parte de las celebraciones de este año, el Arzobispo de Mérida, Mons. Helizandro Terán, presidió la Misa en la parroquia universitaria Jesús Maestro, el mismo lugar en el que tuvo lugar la Eucaristía de 1985.

También se inauguró una exposición San Juan Pablo II, peregrino de la esperanza; en el marco del Jubileo 2025, donde se muestra un “trabajo histórico, documental, artístico y audiovisual en torno a la preparación y visita de San Juan Pablo II a tierras andinas”, según explicó la arquidiócesis de Mérida. La exposición estará abierta al público hasta octubre, en el Museo Arquidiocesano.

El Pontífice continuó su viaje, la primera visita papal en la historia de Venezuela, en Ciudad Guayana, el 29 de enero.

Ciudad Guayana celebra el aniversario de la visita del Papa sin energía eléctrica

El diario local Correo del Caroní, recuerda que fue San Juan Pablo II quien creó la Diócesis de Ciudad Guayana en 1979, estableciendo como procatedral a la parroquia Nuestra Señora de Fátima, en Puerto Ordaz. 

Aunque en la década de los 90 se empezó a construir la catedral, que lleva el nombre del Papa polaco, solo se ha podido concluir la primera etapa por falta de recursos. El diario asegura que esta jurisdicción eclesiástica “tiene la particularidad de ser la única en el mundo que no cuenta con una catedral”.

“Se han realizado trabajos cruciales gracias al apoyo de familias locales y empresas como CVG y Ferrominera. Cada domingo vienen alrededor de 350 a 400 personas a Misa”, declaró el P. Gerardo Moreno, párroco de la catedral. Sin embargo, el presbítero asegura que no han recibido respuesta de las autoridades locales sobre cómo terminar de construir las etapas restantes, a pesar de varias reuniones.

Este 29 de enero, más de 1.500 personas se acercaron a la Catedral San Juan Pablo II, a medio construir, para celebrar el 40° aniversario de la visita del Papa. A través de un video en X, el P. Moreno destacó la devoción de los participantes, que acudieron a la Misa a pesar de los continuos cortes eléctricos en la ciudad.

En Caracas, un mensaje a lo jóvenes que sigue vigente

En la capital venezolana, en la noche del 28 de enero, el Papa polaco se encontró con miles de jóvenes en el Estadio Olímpico de la Universidad Central de Venezuela (UCV). En aquellos años, el país entraba en una crisis económica y social de gran envergadura. 

En ese contexto, San Juan Pablo II interpeló a cada uno de los presentes, con palabras que cobran hoy aún más vigencia, debido a la difícil situación que atraviesa el país hace más de dos décadas:

“Los jóvenes venezolanos, ¿se dejarán abatir por las dificultades, o tendrán el valor de ser cristianos de verdad y construir una sociedad más justa, más fraterna, más acogedora y pacífica?”, preguntaba el Papa al inicio de su discurso.

Ante la respuesta de la multitud, el Pontífice remarcó que la juventud venezolana se encontraba viviendo “un momento histórico no exento de dificultades y problemas”, pero señaló que la única manera de mejorar la realidad es a través del Evangelio, con el impulso del Espíritu Santo, que “transforma al hombre, la sociedad y la Iglesia”.