El Papa Francisco pronunció hoy la homilía en las segundas vísperas de la Solemnidad de la Conversión de San Pablo, con la que concluyó la 58ª Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, y aseguró que la Iglesia Católica “está dispuesta a aceptar” una “fecha común” con las otras iglesias cristianas para la celebración de la Pascua.

En la ceremonia celebrada en la Basílica de San Pablo Extramuros, recordando que en este Año Jubilar de la Esperanza se cumple el 1.700 aniversario del Concilio de Nicea, “el primer gran Concilio Ecuménico”, el Santo Padre señaló que “en esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos podemos vivir también el aniversario del Concilio de Nicea como una llamada a perseverar en el camino hacia la unidad”.

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“Providencialmente, este año la Pascua se celebrará el mismo día en los calendarios gregoriano y juliano”, dijo, renovando su llamado “para que esta coincidencia sirva a todos los cristianos como llamada a dar un paso decidido hacia la unidad, en torno a una fecha común, la fecha de la Pascua; y la Iglesia Católica está dispuesta a aceptar la fecha que todos quieren: una fecha de unidad”.

En el Concilio de Nicea, recordó el Papa, “los Padres conciliares aprobaron por unanimidad el Credo que muchos cristianos todavía recitan hoy cada domingo durante la Eucaristía”, y destacó que se trata de “una profesión de fe común, que va más allá de todas las divisiones que han herido el Cuerpo de Cristo a lo largo de los siglos”.

“¿Crees esto?”

El Papa reflexionó en su homilía sobre el pasaje evangélico de la resurrección de Lázaro: “Jesús llega a la casa de sus amigas, Marta y María, cuando su hermano Lázaro ya llevaba cuatro días muerto. Toda esperanza parece ahora perdida, hasta el punto que las primeras palabras de Marta expresan su dolor unido al pesar por el retraso de Jesús: ‘Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano’”.

Sin embargo, destacó el Pontífice, “la llegada de Jesús enciende la luz de la esperanza en el corazón de Marta y la lleva a una profesión de fe: ‘Pero también ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá’. ¡Es esa actitud de dejar siempre la puerta abierta, nunca cerrada!”.

“Y Jesús, de hecho, le anuncia la resurrección de entre los muertos no sólo como un acontecimiento que ocurrirá al final de los tiempos, sino como algo que ya está sucediendo en el presente, porque Él mismo es resurrección y vida. Y luego le hace una pregunta: ‘¿Crees esto?’. Esta pregunta es también para nosotros, para ti, para mí: ‘¿Crees esto?’”.

A continuación, el Papa Francisco pidió detenerse a reflexionar en esa pregunta —”¿Crees esto?”—, resaltando que “es una pregunta corta pero desafiante”.

"La esperanza no defrauda"

El Santo Padre señaló que si bien “cada uno de nosotros puede experimentar momentos de desesperación o encontrarse con personas que han perdido la esperanza, el Evangelio nos dice que con Jesús renace siempre la esperanza, porque de las cenizas de la muerte Él siempre nos resucita”.

“Jesús siempre nos levanta, nos da la fuerza para retomar el camino, para comenzar de nuevo”, subrayó.

Tras reiterar que “¡la esperanza no defrauda! ¡La esperanza nunca decepciona!”, el Papa señaló que “esto es importante también para la vida de las comunidades cristianas, de nuestras Iglesias y de nuestras relaciones ecuménicas”.

“A veces nos sentimos abrumados por el cansancio, nos desanimamos ante los resultados de nuestros esfuerzos, nos parece que incluso el diálogo y la colaboración entre nosotros son inútiles, casi destinados a la muerte y, todo esto, nos hace experimentar la misma angustia que Marta; pero el Señor viene. ¿Creemos esto? ¿Creemos que Él es resurrección y vida? ¿Quién recoge nuestros esfuerzos y nos da siempre la gracia de retomar el camino juntos? ¿Creemos esto?”.

Francisco señaló que “este mensaje de esperanza está en el corazón del Jubileo que hemos iniciado”, y destacó que “el apóstol Pablo, cuya conversión a Cristo recordamos hoy, declaró a los cristianos de Roma: ‘La esperanza no defrauda, ​​porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado’”.

“¡Todos, todos! – Hemos recibido el mismo Espíritu, y éste es el fundamento de nuestro camino ecuménico. Está el Espíritu que nos guía en este camino. Éstas no son cosas prácticas para entendernos mejor. No, está el Espíritu, y debemos ir bajo la guía de este Espíritu”, resaltó.