Tal como están las cosas, la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por San Juan Pablo II en 1996, regulará el cónclave. Este documento preveía, entre otras cosas, que a partir de la 34ª votación (o a partir de la 35ª, si la votación se realizaba también el día de la apertura del cónclave), una mayoría absoluta es suficiente para elegir un Papa.
Esa disposición fue modificada por Benedicto XVI en 2007 con el motu proprio De Aliquibus Mutationibus in Normis de Electione Romani Pontificis. La nueva norma prevé que en la 34.ª o 35.ª votación, en caso de "punto muerto", se celebrará una segunda vuelta entre los dos cardenales más votados, que, sin embargo, no podrán participar en la votación. La elección sólo tendrá lugar si uno de los dos obtiene dos tercios de los votos, como se esperaba en todas las demás votaciones.
Estas normas buscan obtener un amplio consenso sobre el Papa elegido, que así podrá contar con el apoyo de todo el Colegio Cardenalicio.
Desde hace algún tiempo se ha hablado de un proyecto del Papa Francisco para reformar las reglas del cónclave. Entre las reformas que podrían estar en discusión: la reducción del quórum para la elección del Pontífice a partir de la 15ª votación; la exclusión de los cardenales mayores de 80 años de las congregaciones generales, es decir, las reuniones previas al cónclave, en las que participan tanto purpurados con derecho a voto como sin derecho a voto; y una nueva estructuración de las propias congregaciones generales, según el modelo del último consistorio, es decir, con la división de los participantes en grupos de trabajo e informes confiados a un moderador.