Sacerdotes en Hong Kong podrían ir 14 años a la cárcel si no violan secreto de confesión

Secreto de confesión Hong Kong 13032024 Los sacerdotes católicos en Hong Kong podrían ir hasta 14 años a la cárcel si no rompen el secreto de confesión cuando sepan de un delito de "traición". | Crédito: Josh Applegate / Unsplash

El gobierno de Hong Kong publicó el 8 de marzo una nueva ley de seguridad, según la cual los sacerdotes católicos pueden ser condenados a una pena de 14 años de prisión si es que no rompen el secreto de confesión cuando sepan de algún delito de “traición”.

La Iglesia Católica protege el secreto de confesión, y el sacerdote que lo rompa es excomulgado de forma automática.

De acuerdo a la norma de Hong Kong, quien tenga una publicación con intenciones “sediciosas” podrá ser penado con hasta tres años de cárcel, un condenado por sedición recibirá una pena de siete años de cárcel, quien esté en contacto con una fuerza externa podría ir hasta por 10 años a prisión. Dependiendo de la gravedad del delito, las penas pueden llegar hasta la cadena perpetua.

Benedict Rogers, cofundador y director ejecutivo del grupo de defensa de derechos humanos Hong Kong Watch, indicó a LifeSiteNews que en esta nueva ley “existen nuevas restricciones que pueden impedir que un detenido hable con un abogado de su elección, la detención sin cargos se ampliará hasta siete días, y se aplicarán penas más severas para los activistas en el extranjero”.

Rogers advirtió de los dichos del Secretario de Justicia de Hong Kong, Lam Ting-kwok, quien se refirió a los 14 años de cárcel que podría recibir un sacerdote si no viola el secreto de confesión.

Según refiere Asia News, en este caso el delito está tipificado como “traición por negligencia” y apunta no sólo a los sacerdotes sino también a quienes sepan de conductas contrarias a la seguridad del Estado pero no las denuncien.

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Benedict Rogers precisó además que la nueva norma de Hong Kong “es  incluso más draconiana que la Ley de Seguridad Nacional (NSL) impuesta por Beijing a Hong Kong en 2020”.

Rogers lamentó asimismo que en Hong Kong “la libertad de expresión, asociación y reunión ha sido destrozada; la libertad de prensa ha sido pisoteada; la libertad académica gravemente socavada; y cada vez más, la libertad de religión o de creencias está amenazada de manera insidiosa”.

Un sacerdote, que desea mantenerse en el anonimato por seguridad, dijo a LifeSiteNews que la nueva ley “envía un efecto paralizador a los católicos, en el sentido de que no se atreverían a ser completamente abiertos en sus confesiones por temor a poner en peligro también al sacerdote”.

El diputado escocés Alistair Carmichael, parlamentario del Reino Unido y presidente del Grupo Parlamentario de Todos los Partidos sobre Hong Kong, señaló: “Este es otro paso atrás para los derechos humanos en Hong Kong bajo el gobierno cada vez más autoritario de Beijing. Los hongkoneses merecen algo mejor que esta constante represión de sus derechos y libertades democráticas”.

Desde 2019, cuando se realizaron una serie de protestas a favor de la democracia y contra el régimen chino, más de 10.500 personas han sido detenidas en Hong Kong, entre ellos el empresario católico Jimmy Lay, de 76 años, cuyo juicio está actualmente en curso.

Junto con él, la figura más importante de la Iglesia Católica que ha sufrido el asedio de las autoridades por esta norma es el Cardenal Joseph Zen ze-kiun, Obispo Emérito de Hong Kong que tiene 92 años de edad y afronta un juicio acusado de tener supuestos vínculos con un fondo que ayudaba a las personas que se manifestaron a favor de la democracia.

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¿Qué dice la Iglesia Católica sobre el secreto de confesión?

En julio de 2019 la Penitenciaría Apostólica del Vaticano publicó una nota sobre la importancia del fuero interno y la inviolabilidad del secreto de confesión.

Allí se señala que “el secreto inviolable de la confesión proviene directamente de la ley divina revelada y está enraizado en la naturaleza misma del sacramento, hasta el punto de no admitir ninguna excepción en el ámbito eclesial ni en el ámbito civil”.

En ese sentido, “la defensa del sigilo sacramental por parte del confesor, si fuera necesario usque ad sanguinis effusionem (hasta la efusión de la sangre), representa no solo un acto de obediente 'lealtad' hacia el penitente, sino mucho más: un testimonio necesario –un 'martirio'– dado directamente de la unicidad y universalidad salvífica de Cristo y de la Iglesia”.

La inviolabilidad del sigilo sacramental está regulada por los cánones 983, 984 y 1386 del Código de Derecho Canónico. Este último precisa que “el confesor que viola directamente el sigilo sacramental, incurre en excomunión latae sententiae [automática] reservada a la Sede Apostólica”.

Lo señalado en el Código quiere decir que el perdón de este pecado grave sólo puede darlo el Papa.

El numeral 1467 del Catecismo de la Iglesia Católica establece además que un sacerdote confesor no puede “hacer uso de los conocimientos que la confesión le da sobre la vida de los penitentes. Este secreto, que no admite excepción, se llama 'sigilo sacramental', porque lo que el penitente ha manifestado al sacerdote queda 'sellado' por el sacramento”.

La nota del Vaticano explica que la prohibición absoluta impuesta por el sigilo sacramental es tal "que impide que el sacerdote hable del contenido de la confesión incluso con el mismo penitente, fuera del sacramento, salvo explícito, y mucho mejor si no se pide, consentimiento de parte del penitente”.

De este modo, señala la nota, “cualquier acción política o iniciativa legislativa que busque 'forzar' la inviolabilidad del sigilo sacramental constituiría una ofensa inaceptable contra la libertas Ecclesiae (libertad de la Iglesia), que no recibe su propia legitimidad de los estados individuales, sino de Dios”.

“También constituiría una violación de la libertad religiosa, que es base jurídica de otras libertad de los ciudadanos como la libertad de conciencia de los penitentes y confesores”, agrega.

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