Santo Tomás de Aquino, quien partió al paraíso un día como hoy hace 750 años, tiene un pasaje poco conocido en su vida relacionado con su hermana, a quien quería mucho. Se dice que ella se le apareció para pedirle su ayuda en el purgatorio y el santo averiguó lo que Dios pensaba de él.
Los historiadores señalan que cuando Santo Tomás entró a la Orden de Predicadores (dominicos) su familia noble no estuvo de acuerdo. Es así que su mamá pidió a sus dos hijos mayores y militares para que atraparan a su hermano. Ellos lo encarcelaron en un castillo e intentaron de varios modos, incluso a la fuerza, hacerlo desistir de su vocación.
En el libro Vidas de los Santos, del P. Alban Butler, se indica que la única que podía visitar al santo era su hermana. Varios autores no presentan el nombre de esta mujer, pero sí coinciden en que era la hermana mayor. No obstante, el P. Butler precisa que ella se llamaba Marotta.