Una de las santas que se refirió a esta tradición fue Santa María Faustina Kowalska, que escribió en su diario: “El día del Año Nuevo hay entre nosotras la costumbre de sacar por suerte el patrono particular para todo el año”.
En ese sentido, la santa polaca describió su experiencia: “Por la mañana, durante la meditación, se despertó en mí uno de estos deseos secretos: aquel que Jesús Eucarístico fuera mi patrono particular también para ese año, como anteriormente [...]. Al acercarme a las estampitas con los nombres de los patronos, tomé una, sin reflexionar, sin leer en seguida; quise mortificarme algunos minutos. De repente oí una voz en el alma: Soy tu patrono, lee. En aquel mismo momento miré la inscripción y leí: ‘Patrono para el año 1935 la Santísima Eucaristía’”.
De acuerdo al sacerdote uruguayo, el santo que cada uno recibe “será su compañero de ruta durante todo el año, será su amigo, su confidente. Lo protegerá, lo ayudará en su vida cotidiana y le hará descubrir su propio camino de santidad. Lo enriquecerá con sus virtudes y le hablará al corazón, de acuerdo al grado de intimidad que usted desee vivir con él”.