Cardenal Pizzaballa condena la violencia que ocurre en Israel y Gaza

Bombardeo sobre la Franja de Gaza. Bombardeo sobre la Franja de Gaza. | Crédito: EWTN Noticias (captura de pantalla)

El Patriarca Latino de Jerusalén, Cardenal Pierbattista Pizzaballa, ha condenado la violencia que sacude actualmente a Tierra Santa, región que está atravesando “uno de los períodos más difíciles y dolorosos” de su historia reciente.

El purpurado publicó este martes una carta a los fieles de Tierra Santa a poco más de dos semanas del ataque del grupo terrorista Hamás contra el sur de Israel, y que ha traído como consecuencia una serie de bombardeos del ejército israelí hacia la Franja de Gaza.

Según se ha informado, la incursión del grupo islámico causó la muerte de al menos 1.400 personas y se han reportado más de 220 secuestrados, quienes fueron llevados a Gaza, región controlada por Hamás desde 2007 y donde también hay otros grupos anti israelíes como la Yihad Islámica.

Asimismo, las incursiones aéreas israelíes han traído más de 5.000 fallecidos en Gaza. Según el Ministerio de Salud, el 40% son niños y el 22% mujeres o ancianos.

“Mi consciencia y mi deber moral me obligan a declarar claramente que lo que ocurrió el 7 de octubre en el sur de Israel no es en modo alguno admisible y no podemos dejar de condenarlo. No hay razón para semejante atrocidad. Sí, tenemos el deber de afirmarlo y denunciarlo”, expresa el Cardenal Pizzaballa.

“El recurso a la violencia —recuerda— no es compatible con el Evangelio y no conduce a la paz. La vida de cada persona humana tiene igual dignidad ante Dios, que nos ha creado a todos a Su imagen”.

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Sin embargo, añade, “la misma conciencia, con un gran peso en mi corazón, me lleva hoy a afirmar con la misma claridad que este nuevo ciclo de violencia ha provocado más de cinco mil muertes en Gaza, entre ellas muchas mujeres y niños, decenas de miles de heridos, barrios arrasados, falta de medicamentos, agua y artículos de primera necesidad para más de dos millones de personas. Son tragedias que no se comprenden y que tenemos el deber de denunciar y condenar sin reservas”.

El Patriarca Latino de Jerusalén advierte que los bombardeos sólo seguirán causando más muerte en Gaza “y no harán más que aumentar el odio y el resentimiento, no resolverán ningún problema, sino que crearán otros nuevos. Es hora de detener esta guerra, esta violencia sin sentido”.

El purpurado indica que es necesario resolver este conflicto desde su raíz, lo que incluye poner fin a la ocupación israelí de territorios palestinos —como sucede en Cisjordania—, y dar “una perspectiva nacional clara y segura al pueblo palestino”; de lo contrario, “nunca habrá la estabilidad que todos queremos”.

“La tragedia de estos días debe llevarnos a todos, religiosos, políticos, sociedad civil, comunidad internacional, a un compromiso más serio en este sentido que el que se ha hecho hasta ahora. Sólo así podremos evitar más tragedias como la que estamos viviendo ahora. Se lo debemos a las muchas, demasiadas víctimas de estos días y de todos estos años. No tenemos derecho a dejar esta tarea a otros”, ha expresado.

Orar, hacer penitencia e interceder

En su carta, el Cardenal Pizzaballa ha escrito que las jornadas de oración por Tierra Santa, como la convocada por el Papa Francisco para el 27 de octubre, han sido “una hermosa mirada” y “un momento importante de unidad con nuestra Iglesia”.

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“Es quizás lo principal que podemos hacer los cristianos en este momento: orar, hacer penitencia, interceder. Y por esto damos gracias al Santo Padre desde el fondo de nuestro corazón”, señala.

El Patriarca Latino de Jerusalén anima, en ese sentido, a volver la mirada hacia el Evangelio de Jesús, “porque al fin y al cabo es de ahí de donde todos debemos partir y allí donde debemos volver siempre”.

“Mirar a Jesús, por supuesto, no significa sentirse exento del deber de decir, denunciar, recordar, así como consolar y animar. Como hemos escuchado en el Evangelio del domingo pasado, es necesario dar ‘al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios’. Por eso, mirando a Dios, queremos, ante todo, dar al César lo que es suyo”, afirma.

De esta manera, asegura que la fe iluminará la forma de ver lo que ocurre en Tierra Santa. “Necesitamos una Palabra que nos acompañe, nos consuele y nos anime. La necesitamos como el aire que respiramos”, expresa.

En su carta, el cardenal recuerda asimismo el pasaje del Evangelio de Juan en el que Cristo dice: “Os he dicho esto para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulaciones, pero tened ánimo: ¡yo he vencido al mundo!”.

“Él dirige estas palabras a sus discípulos —recuerda—, que pronto serán zarandeados como en una tormenta ante su muerte. Entrarán en pánico, se dispersarán y huirán, como ovejas sin pastor”.

El purpurado afirma que “esta última palabra de Jesús es un estímulo. No dice que va a ganar, sino que ya ganó. Incluso en el drama venidero, los discípulos podrán tener paz”.

Esto, añade, no es una resignación a que no hay nada que se pueda hacer para cambiar el mundo, sino una invitación a "tener la certeza de que fue precisamente en medio de toda esta maldad que Jesús salió victorioso”.

“Es en la cruz donde Jesús venció. Ni con las armas, ni con el poder político, ni con grandes medios, ni imponiéndose. La paz de la que habla no tiene nada que ver con la victoria sobre el otro. Conquistó el mundo, amándolo”.

Esa forma de vencer nos pertenece “a nosotros. La respuesta de Dios a la pregunta de ¿por qué los justos sufren? no es una explicación, sino una Presencia. Es Cristo en la cruz”, asegura.

El cardenal también recuerda a las 18 víctimas del bombardeo que afectó a la iglesia ortodoxa de Gaza, a cuyas familias conocen los fieles católicos, pues la comunidad cristiana en la Franja supera ligeramente las mil personas.

El dolor de las familias “es grande y, sin embargo, cada día me doy más cuenta de que están en paz. Asustados, conmocionados, angustiados, pero con paz en sus corazones. Todos estamos con ellos, en la oración y en la solidaridad concreta, agradeciéndoles su hermoso testimonio”, señala.

Por otro lado, afirma que “se necesita coraje para poder exigir justicia sin propagar el odio”, así como para mantener la unidad “a pesar de la diversidad de nuestras opiniones, sensibilidades y visiones”.

El Patriarca Latino de Jerusalén concluye su carta llamando a rezar por todas las víctimas inocentes, pues su sufrimiento tiene ante Dios “un valor precioso y redentor, porque está unido al sufrimiento redentor de Cristo. ¡Que su sufrimiento acerque cada vez más la paz!”.

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