El último cónclave celebrado fuera de Roma fue en Venecia, en marzo de 1800, tras la muerte de Pío VI, ya que Roma estaba ocupada por las tropas napoleónicas y se decidió celebrar el cónclave fuera del alcance del ejército francés.
La votación
El día elegido para el cónclave, los cardenales electores celebran primero una Misa en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
Ese mismo día por la tarde, acuden en procesión a la Capilla Sixtina, donde emiten solemne juramento nada más llegar.
Posteriormente, el Cardenal Camarlengo, ayudado desde el exterior por el Sustituto de la Secretaría de Estado, se encarga de que la elección del Papa se desarrolle con la necesaria reserva y discreción.
La elección por escrutinio, el único modo actualmente válido, tiene lugar a través de la votación, individual y secreta de los cardenales electores.
Se deben realizar dos votaciones cada día, además de una votación la tarde en que comienza el cónclave. Para que sea válida la elección debe contar con dos tercios de los votos.
Si después de 24 escrutinios los cardenales no consiguen ponerse de acuerdo sobre el cardenal elegido, podrán decidir por mayoría absoluta el modo de proceder, pero nunca se deberá prescindir del requisito de exigir mayoría simple para que sea válida la elección.
Después de cada elección se queman las papeletas. La tradición indica que los cardenales provoquen con paja seca o húmeda que el humo sea negro, si no se ha elegido al Papa, o blanco si se ha elegido al nuevo Romano Pontífice.
Esto provoca la conocida fumata negra o fumata blanca, que suelen ver los fieles desde la plaza San Pedro.
Almudena Martínez-Bordiú
Soy graduada en Periodismo y Publicidad por la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Especializada en información religiosa en España desde 2015. He sido corresponsal senior de ACI Prensa y EWTN Noticias en el Vaticano durante dos años y actualmente soy corresponsal de Europa con base en España.