La estética de los pontífices, cuidada hasta el más mínimo detalle, ha perdurado a lo largo de la historia de la Iglesia Católica. Aunque lo que podría considerarse como “moda papal” ha ido evolucionando con el tiempo, su vestimenta encierra todavía un profundo simbolismo que sigue captando la atención de muchos.
Prueba de ello ha sido el reciente nombramiento del Papa León XIV como una de las 55 personas mejor vestidas y “extremadamente elegantes” del 2025 por la revista Vogue, una de las ediciones sobre moda y belleza más prestigiosas y reconocidas a nivel mundial.
La revista estadounidense, fundada en 1892, destaca en su ranking anual que León XIV ha roto “con los gustos humildes de su predecesor”, el Papa Francisco, preservando “el legado papal de vestiduras litúrgicas de impecable confección”.
Como “mejor atuendo de 2025” la revista cita su primera aparición como Papa el pasado 8 de mayo, en la logia central de la Basílica de San Pedro, con una muceta de satén rojo y una estola color vino, bordada en oro y con una cruz pectoral sujetada por un cordón de seda dorada.
La muceta es una capa hasta el codo que cae sobre los hombros y se lleva sobre el roquete como signo de autoridad, mientras que la casulla es la vestidura litúrgica exterior que se lleva sobre el alba y la estola, y cambia de color según el Año Litúrgico. Históricamente, la prenda litúrgica representa el “yugo de Cristo” y es símbolo de caridad.