4 de diciembre de 2025 Donar
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Si Dios es bueno, ¿por qué existe el mal? El Obispo Munilla responde con 4 claves

Si Dios es bueno, ¿por qué existe el mal? fue la pregunta con la que una multitud de jóvenes desafío a Mons. José Ignacio Munilla, Obispo de Orihuela-Alicante (España), quien respondió ofreciendo cuatro claves para entender esta realidad.

El 19 de noviembre, el prelado español participó en Madrid de un "thinkglao" un evento presencial de la comunidad It's Time To Think (Es tiempo de pensar), en el que los ponentes llegan sin saber de qué van a hablar, para hacerlo luego durante 18 minutos; y en el que responden a preguntas de los asistentes, en un ambiente informal.

El obispo comenzó su exposición, publicada en su canal de YouTube el 3 de diciembre, precisando que “cuando uno se queja del mal y se revela frente al mal, está reclamando la existencia de Dios y está reclamando el triunfo pleno del bien sobre el mal”.

1. Los límites de la creación

Como primera clave, el prelado se refirió a este tema, destacando que si bien el universo es “maravilloso e inconmensurable”, también “es finito, y como finito que es, tiene sus límites. Todo lo finito, todo lo creado, todo lo material, nace, crece y muere, y las estrellas se apagan, y el hombre nace y crece y muere, y todo lo material es pasajero”, y puede generar sufrimiento.

En ese sentido, explicó, “Adán y Eva estaban protegidos por Dios, por unos dones especiales, de las agresiones, de los límites de la naturaleza. Adán y Eva estaban protegidos de la enfermedad, de la muerte”.

Sin embargo, “el pecado original hizo que el hombre quedase a pecho descubierto, enfrentándose con el desgaste propio de la naturaleza, con los límites de la naturaleza, y entonces el hombre comienza pues a sufrir en el parto, ve lo que son las enfermedades, ve lo que es el mal, por el pecado original”.

2. Dios tiene un plan superior

La segunda clave está en que, pese al sufrimiento y a los límites de la naturaleza, “Dios está por encima, Dios tiene un plan superior. Aunque Adán y Eva quedasen desprotegidos y tuviesen que sufrir las consecuencias de enfrentarse con la naturaleza, que es dura, que es cruel (…) Dios les protegió con un don, con una providencia y es capaz de conducirlo todo para un bien común, un bien superior”.

Prueba de eso, dijo, son los muchos refranes que existen y que recuerdan esta realidad, como “Dios escribe derecho con líneas torcidas” o “no hay mal que por bien no venga”.

Para dejar más claro el tema, el obispo recordó algo que le pasó cuando era joven y tuvo que ayudar en el parto complicado de un ternero, en el que la vaca no quería atenderlo: para forzarla, su tío llevó a un perro bravo que amenazaba a la cría, con lo cual la vaca finalmente lo cuidó y lo amamantó.

Mons. Munilla compartió que ese episodio lo ha recordado muchas veces en su vida porque ha visto “muchas veces cómo Dios se ha servido del mal, en su rostro más cruel, para despertar el bien en muchas personas”.

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“Hasta que no vemos el rostro del mal, no reaccionamos. Hasta que no somos puestos a prueba, no valoramos el bien”, destacó.

3. ¿Cuál es la meta de tu vida?

En tercer lugar, dijo el obispo español, está la meta de la propia vida, que “no es no sufrir” sino “ser felices”.

“Cuando me preguntan si soy feliz, yo suelo decir ‘yo soy feliz pero sufro’”, o al revés, “yo sufro aunque soy feliz; porque en el fondo el sufrimiento y la felicidad no son incompatibles. Es más, es que necesariamente tienen que darse en esta vida juntos al mismo tiempo”.

Por eso, alertó, “si la meta de alguien es no sufrir en esta vida, vivir cómodamente el bienestar, happy, entonces para él la existencia del mal lo destroza todo. Claro, no hay nada que hacer con esa persona. Pero es que estamos creados para una felicidad, en esta vida parcial, pero para una felicidad eterna. Estamos creados para el cielo”.

“Si el mal que existe aquí fuese eterno, entonces ciertamente la existencia del mal contradeciría la existencia de Dios. Pero es que el mal no es eterno. El mal tiene sus días contados”, subrayó.

“La meta de mi vida no es el bienestar. La meta de mi vida es la felicidad plena”, resaltó el obispo.

4. La cruz de Cristo

En cuarto lugar, pero como respuesta definitiva, está la cruz de Cristo, con la que ha vencido a la muerte y al pecado, que apartan al hombre de Dios.

“La gran paradoja es que Jesucristo, para luchar contra el mal, lo que hizo fue asumir las consecuencias del mal”, continuó, y con ella “la mayor de las injusticias que jamás ha ocurrido se ha convertido en el instrumento por el que Dios ha introducido dentro del mal el germen para que el bien triunfe. Y la cruz es una semilla de resurrección”.

De eso, continuó el Obispo Munilla, habla un pasaje del Evangelio: “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no da fruto, ¿no? Es decir, la cruz, que es el mal máximo, al mismo tiempo se ha convertido en el lugar en el que se revela el amor de Dios que vence al odio con el amor”.

El prelado dijo asimismo que “la cruz hay que abrazarla, con esperanza, y hay que ver que en ella se manifiesta la gloria de Jesucristo. Por lo tanto, Dios es amor, y nos ama desde la cruz. Y tenemos esperanza en que el bien triunfará definitivamente sobre el mal”.

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¿Por qué Dios nos creó libres sabiendo que habría pecado y una libertad mal utilizada?

Una de las preguntas de los asistentes al thinkglao fue sobre el mal uso de la libertad, a lo que el obispo español respondió así: Dios “sabía también que el bien que se iba a derivar de las cosas buenas y santas que el hombre iba a poder hacer, siendo libre, iba a ser superior a las cosas malas”. “En el mundo hay más bien que mal. Hay más santidad que pecado”, añadió.

“Lo que ocurre es que el mal es muy escandaloso. Y claro, y el bien, por su propia ser y por su propia dinámica, pues es humilde, pasa desapercibido (…) El bien muchas veces es anónimo”.

“Creo que la Madre Teresa de Calcuta ha dado más gloria a Dios que la que le pudo quitar Hitler (…) La santidad, el bien que podemos hacer en este mundo forma parte de ese proyecto del amor de Dios en el que nos ha creado con libertad”, aseguró el obispo Munilla.

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