Tras la muerte de dos niños y más de 20 personas heridas por un hombre transgénero en Minneapolis, las escuelas católicas de Estados Unidos han estado evaluando sus medidas de seguridad. Algunas han contratado guardias y otras han permitido que profesores y personal estén armados.
La Diócesis de Buffalo anunció esta semana la contratación de guardias de seguridad armados para las 29 escuelas primarias católicas de su jurisdicción, y de un "consultor de seguridad" para crear planes integrales “adaptados a cada comunidad escolar".
La superintendente de escuelas católicas, Joleen Dimitroff, envió una carta a los padres informándoles de las decisiones, que, según ella, son "un reflejo de nuestra convicción compartida de que la seguridad de nuestros hijos es invaluable y debe protegerse con el máximo cuidado".
Las reacciones de los padres han sido diversas. Marc Bruno, profesor de escuelas públicas de Buffalo con una larga trayectoria, calificó la medida como "un paso necesario".
"Nadie quiere ver armas en las escuelas", declaró a la cadena local de noticias ABC, WKBW. Sin embargo, continuó, "si observan algunos de los tiroteos anteriores, los directores se han lanzado contra el pistolero, y ya saben, nuestros cuerpos no tienen ninguna posibilidad contra una bala".
Una madre se opuso a la medida, argumentando que tener guardias armados pondría "la vida de los niños en peligro". Cuestionó que a su hijo "no se le permite tener mantequilla de cacahuete en su aula para proteger a los demás, pero ¿quieren que un extraño ande por los pasillos con un arma?".