La noticia del disparo de un tanque israelí contra el tejado de la parroquia de la Sagrada Familia corrió como la pólvora por las calles de Jerusalén. Nada más enterarse, el vicario de la Custodia de Tierra Santa, el P. Ibrahim Faltas llamó al vice-párroco, el P. Yusuf Asad, de 49 años, para saber qué había pasado.
“Me informó de lo que estaba ocurriendo y me pasó con el P. Gabriel Romanelli, que resultó herido por la metralla en una pierna, gracias a Dios, de forma leve”, explica en conversación con ACI Prensa.
La explosión mató a tres personas —dos ancianas que recibían apoyo psicosocial de Cáritas y el encargado de mantenimiento de la parroquia—mientras otras diez personas fueron heridas, algunas de ellas de gravedad.
Uno de ellos es el joven Suheil. La metralla entró en sus pulmones y fue operado de urgencia “sin éxito”. Por eso, ha sido evacuado para ser tratado fuera de Gaza : “Los hospitales han sido todos atacados; el primero fue precisamente un hospital cristiano”, detalla el P. Faltas.
Los pocos que siguen operativos lo hacen a medio gas: “Falta de todo: medicamentos, equipos sanitarios, suministros médicos, y muchas veces incluso la electricidad, que es indispensable para realizar cirugías, mantener con vida a pacientes en cuidados intensivos o, por ejemplo, hacer funcionar las incubadoras para los bebés prematuros”.
Los tres fallecidos recibieron sepultura el mismo día del ataque. “El jueves mismo se celebró la Misa de exequias. La situación es muy difícil, y el calor extremo no permite esperar para los entierros”, explica el P. Faltas.