VIDEO: Bienaventurados los misericordiosos: Joven cuida a niños discapacitados abandonados

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Marco Antonio Prado Loayza es un joven peruano de 30 años que ha decidido entregar su vida por un gran ideal: ocuparse de los más necesitados, especialmente de aquellos a los que nadie quiere. Es el encargado de administrar la Casa Hogar de la Asociación de las Bienaventuranzas, ubicada en Lurín, en Lima (Perú).

La Asociación de las Bienaventuranzas es una obra dirigida por el P. Omar Sánchez que acoge a niños y adultos con discapacidad física y psiquiátrica que han sido abandonados en la calle o basurales. Actualmente hay 144 acogidos.

Marco Antonio integró esta obra desde el inicio. En declaraciones a ACI Prensa señaló que trabaja con el P. Omar desde los 12 años, con quien fue ayudar a los damnificados del terremoto en Pisco en el año 2007. Después regresaron a Lima y el sacerdote comenzó a realizar sus labores de trabajo social.

El P. Omar "ayudaba a la gente pobre en los cerros hasta que llegó Luchito, un joven que venía del norte del Perú y que tenía parálisis cerebral. Con él se inició la obra de las Bienaventuranzas", comentó.

Actualmente Marco Antonio administra la casa que sirve de albergue. "Me encargo de que no les falte nada a los encargados de las áreas de lavandería, de cocina, etc. para que puedan atender y cuidar a los chicos".

También maneja un mototaxi y en la parte trasera ha pintado los rostros de las dos personas que más ama en el mundo: Su hija Cielo y Fabricio. El segundo es un niño que robó su corazón y que pronto se convertirá en su hijo adoptivo.

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"Fabricio llegó a esta casa cuando tenía 8 meses de edad y me cambió la vida. Me hizo ver diferente. Creo que Dios me lo mandó para abrir mi mente y él fue el gran empuje para quedarme en una obra como esta tan bonita", afirmó Marco Antonio.

Añadió que "Dios me regaló a este nene que había sido abandonado por su propia familia para que mi esposa y yo nos hiciéramos cargo de él. Es mi primer hijo. Ahora tiene 7 años y soy muy feliz de poder tenerlo y cuidarlo. Es mío, es mi hijo. Es mi familia".

El joven conoció a su esposa Luz Carrión Quinteros, que trabaja como terapista en el albergue, en la parroquia Santa María de Tablada, que está cerca de la Asociación las Bienaventuranzas.

"Ella era catequista de los grupos parroquiales y con Fabricio la íbamos molestando. Así fue como la conocimos y la enamoramos", comentó a ACI Prensa.

Sobre el significado de esta labor para su vida, Marco manifestó que "creo que vivo en el mejor lugar del mundo. Me parece increíble la obra del P. Omar y como él dice: Podemos aportar a este mundo que está de cabeza un granito de amor. Hacer algo por la vida".

Asimismo, expresó que "la mejor forma de poder encontrar el sentido de tu vida es dando amor a los que más lo necesitan. En los chicos con discapacidades ahí está Dios. Así que atenderlos a ellos es como si atendieras a Dios mismo. "

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"Es una experiencia muy bonita, para mejorar, para hacer algo diferente en esta vida. Las profesiones no llenan, lo que puedas conseguir materialmente no llena. Esto llena el corazón de amor y entonces es lo que más necesitamos. Lo que falta en este mundo hay en esta casa, en el hogar de las Bienaventuranzas".  

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