El sacerdote español explicó que a la "tercera parte la llamamos la Pascua de los Catecúmenos, porque es el momento en que o bien los no bautizados se disponen a recibir los sacramentos de iniciación cristiana, en concreto, esa noche bautismo y confirmación, o bien los ya bautizados renuevan sus promesas bautismales y son de nuevo asperjados con el agua bautismal o el agua bendita que se ha vuelto a consagrar o se ha vuelto a bendecir esa noche".
"Y a la última parte, la cuarta parte, la llamamos la Pascua de los Neófitos o la Pascua de los fieles, porque coincide ya con la liturgia eucarística hasta el final y ya todos los bautizados, tanto los bautizados de niños como los bautizados esa noche, participan de la Eucaristía que es nueva, que se rejuvenece tras la ausencia de Eucaristía, la ausencia de Jesucristo en la tarde del viernes y en el día del Sábado Santo, que es la sepultura del Señor".
Por otra parte, indicó, "el domingo de Pascua, la Misa del día propiamente dicho, pues es una Misa de domingo con un tono Pascual, en la que se introduce antes del Evangelio el cántico, la recitación de la secuencia Victimae paschali laudes, en latín, o bien su versión española, Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza".
El P. Torres Ruiz resaltó que eso es "lo propio que tiene la liturgia del Domingo de Pascua. Pero por lo demás, el domingo por la mañana pues es una misa de domingo, solemne, en el que se pueden renovar, y de hecho se aconseja renovar, las promesas bautismales y la aspersión del agua que se había hecho la noche anterior".