"¿No deberíamos y no podríamos ser nosotros que estamos aquí cristianos?", se preguntó el Papa Francisco antes de rezar el Ángelus desde el balcón del estudio pontificio del Palacio Apostólico y ofreciendo después una reflexión sobre lo necesario para que así sea y se de en cada uno la conversión.
"Yo les dejo esta pregunta: yo, de verdad, ¿estoy enamorado de Jesús? ¿Estoy convencido de que Jesús me ofrece y me da la salvación? Si estoy enamorado debo darlo a conocer".
"Debemos ser valientes: disminuir las montañas del orgullo y de la rivalidad, llenar los hoyos cavados de la indiferencia y de la apatía, enderezar los caminos de nuestra pereza y de nuestros compromisos·, señaló.