El Papa reconoce el "gran bien" que el fundador de un movimiento eclesial hizo en su vida

El Papa reconoce el "gran bien" que el fundador de un movimiento eclesial hizo en su vida
El Papa Francisco en la Plaza de San Pedro durante el encuentro con Comunión y Liberación esta mañana en Roma. Foto Petrik Bohumil / ACI Prensa

Importante jornada la de hoy para el movimiento Comunión y Liberación que ha celebrado esta mañana con el Papa Francisco el 60 aniversario de su nacimiento, fundado por el P. Luigi Giussani que falleció hace 10 años.

Ante una Plaza abarrotada de fieles provenientes de todo el mundo y tras unas palabras del actual Presidente de Comunión y Liberación, el sacerdote español P. Julián Carrón, el Papa reconoció la labor de Don Giussani que "ha hecho un gran bien a mi persona y a mi vida sacerdotal, a través de la lectura de sus libros y de sus artículos" gracias a que "su pensamiento es profundamente humano llega hasta lo más íntimo del anhelo del hombre".

"Saben bien qué importante era para Don Giussani la experiencia del encuentro: encuentro no con una idea, sino con una Persona, con Jesucristo". Sobre esto mismo, el Papa sostuvo que "todo, en nuestra vida, hoy como en tiempos de Jesús, comienza con un encuentro".

El Pontífice recordó que en la vida de las personas la gracia de Dios actúa, se da "el 'primerear'" que también tuvieron los discípulos. Algo que descubrieron San Pablo, San Agustín y muchos otros. Cristo "nos precede, cuando llegamos, Él ya nos estaba esperando".

"Él es el que florece primero y anuncia la primavera", apuntó Francisco. Un encuentro que para poderlo entender necesita de la misericordia: Solo quien ha sido acariciado por la ternura de la misericordia conoce verdaderamente al Señor. Un lugar privilegiado del encuentro y la caricia de la misericordia de Jesucristo hacia mi pecado".

"Gracias a este abrazo de misericordia viene el deseo de responder y de cambiar, y puede venir una vida distinta. La moral cristiana no es el esfuerzo titánico, voluntarioso, de quien decide ser coherente y nos falla, una clase de desafío solitario frente al mundo".

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"La moral cristiana es respuesta, es la respuesta conmovedora frente a una misericordia sorprendente, impredecible, incluso 'injusta' según los criterios humanos de Uno que me conoce, sabe mis traiciones y me quiere a pesar de ello, me estima, me abraza, me llama de nuevo, espera en mí, me espera. La moral cristiana no es no caer nunca, sino siempre levantarse gracias a su manos en las que nos toma".

El Papa explicó que esta es precisamente el camino de la Iglesia: "dejar que se manifieste la gran misericordia de Dios".

Recordó que a los nuevos cardenales que creó en el Consistorio celebrado hace unos días les dijo que "el camino de la Iglesia es el de no condenar eternamente a ninguno", por lo que "también la Iglesia debe sentir el impulso jubiloso de convertirse en flor de almendro, como Jesús, para toda la humanidad".

Sobre el carisma propio de este movimiento, el Pontífice indicó que "después 60 años, el carisma originario no ha perdido su frescura y vitalidad", pero les pidió también tener presente siempre "que el centro es uno solo: ¡Jesucristo!".

"Cuando pongo en el centro mi método espiritual, mi camino espiritual, mi modo de hacerlo, me salgo del camino. Toda la espiritualidad, todos los carismas en la Iglesia deben estar descentrados": ¡en el centro sólo el Señor!".

"¡El carismas no se conserva en una botella de agua destilada! Fidelidad al carisma no quiere decir 'petrificarlo' -es el diablo el que petrifica- no quiere decir escribirlo en un pergamino y ponerlo en un cuadro. La referencia a la heredad que les ha dejado Don Giussani no puede reducirse a un museo de recuerdos, de decisiones tomadas, de normas de conducta".

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Al contrario, "comporta fidelidad a la tradición y fidelidad a la tradición -decía Mahler- significa tener vivo el fuego, no adorar las cenizas".

Respecto a esto, añadió que "Don Giussani no les perdonaría nunca que perdieran la libertad y se transformaran en guías de museo o adoradores de cenizas. ¡Mantened vivo el fuego de la memoria del primer encuentro y sean libres!"

"Así, centrados en Cristo y en el Evangelio, pueden ser brazos, manos, pies, mentes y corazón de una Iglesia 'en salida'. El camino de la Iglesia es salir para ir a buscar a los alejados en las periferias, a servir a Jesús en cada persona marginada, abandonada, sin fe, decepcionada de la Iglesia, prisionera del propio egoísmo".

Continuando con esa necesidad de "salir", Francisco explicó que "significa rechazar la autoreferencialidad, en todas sus formas, significa saber escuchar a quien no es como nosotros, aprendiendo de todos con sincera humildad".

"Cuando somos esclavos del autorreferencialismo terminamos por cultivar una 'espiritualidad de etiqueta': 'Yo soy de CL (Comunión y Liberación)': y caemos en miles de trampas que nos ofrecen la complacencia autoreferencial, ese mirarse al espejo que nos lleva a desorientarnos y a transformarnos en meros empresarios de una Ong".

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