En su libro, usted cuenta que Carlo tenía muchos amigos alejados de la fe. ¿Qué sentía por ellos y qué puede hacer la gente para que sus seres queridos vuelvan a la fe?
Lo primero que deben hacer las personas es convertirse en auténticos testigos por la forma en que viven su vida. Debemos seguir a Jesús. Él debe estar en nosotros. La gente quiere ver coherencia. Cuando la gente ve incoherencia, no se siente atraída por la fe.
Todos nos quejamos cuando perdemos la conexión a Internet. Pero cuando no hay oración, no tenemos conexión con el cielo. Caemos en algo llamado acedia, o pereza espiritual. Te quita las ganas de rezar o de ir a Misa. Es algo muy peligroso. Afecta a todos y hace que tengas una vida mediocre.
Carlo solía decir siempre que, cuando se trata de la vida espiritual, debemos estar siempre creciendo y avanzando. Si no, nos volvemos como la mujer de Lot, que se volvió para mirar atrás y se convirtió en estatua de sal.
Cuando la semilla de la fe cae en la tierra, puede encontrar buena tierra o puede encontrar espinas y ser sofocada para que no crezca. También puede caer en tierra dura. Esto le ocurre a mucha gente: retroceden en su vida espiritual. La mayoría de cristianos lleva una vida mediocre.
¿Cómo va el proceso de canonización de Carlo?
Todos los días recibimos historias de milagros y favores por intercesión de Carlo. No se me permite hablar de su proceso de canonización, pero confío en que se producirá.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.