Esta es la razón por la que San Miguel Arcángel es el defensor de los moribundos

Esta es la razón por la que San Miguel Arcángel es el defensor de los moribundos
San Miguel Arcángel. Crédito: Flickr / Lawrence OP (CC BY-NC-ND 2.0).

A lo largo de la historia, los santos de la Iglesia Católica reconocieron al Arcángel San Miguel no sólo como el “jefe o cabeza de la milicia celestial” que nos protege de los ataques del demonio, sino también como el defensor de los moribundos.

Se dice que en una ocasión, San Anselmo narró que un piadoso religioso recibió grandes tentaciones del demonio justo cuando estaba a punto de morir.

Comentó que el diablo se presentó al moribundo y lo acusó de todos los pecados que cometió antes de su tardío Bautismo, pero que San Miguel Arcángel también se apareció y le recordó que todos esos pecados quedaron borrados con el Bautismo.

Luego, Satanás acusó al religioso de los pecados cometidos después del Bautismo, y San Miguel replicó que estos fueron perdonados con la Confesión que hizo antes de profesar.

Entonces, el diablo lo acusó de las ofensas y negligencias de su vida religiosa. Pero, el Arcángel le dijo que todo fue perdonado en sus confesiones y gracias a todos los buenos actos que hizo en su vida religiosa, en especial, por obedecer a su superior. Añadió que expió los pecados restantes sufriendo con resignación y paz su enfermedad.

San Alfonso María de Ligorio narró otra historia que demuestra que San Miguel Arcángel es el protector de los moribundos.

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Relató que había un hombre polaco de la nobleza que vivió en pecado mortal y lejos de la gracia de Dios por muchos años; y que cuando ya estaba por morir, sintió terror y desesperación, torturado por sus remordimientos.

Como el hombre había sido devoto de San Miguel Arcángel, Dios, en su misericordia, permitió que el jefe de la milicia celestial se le apareciera y lo alentara al arrepentimiento. Le dijo que había orado por él y que le había conseguido más tiempo de vida para que lograra salvarse.

Poco tiempo después, dos sacerdotes dominicos llegaron a la casa del moribundo y le dijeron que se les había aparecido un joven extraño que les pidió que fueran a visitarlo.

Fue así que el pecador, con lágrimas de sincero arrepentimiento, se confesó, recibió la Santa Comunión y murió reconciliado con Dios en brazos de ambos clérigos.

 

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