Cada 13 de octubre, la Iglesia Católica recuerda a la beata portuguesa Alejandrina María da Costa (1904-1955), laica y mística, cuyo paso por este mundo fue un testimonio fehaciente del poder del amor de Dios que está presente en la Eucaristía, alimento perfecto para el alma.
“¿Quieres encontrarme, hija mía? Búscame en tu corazón y en tu alma, ahí habito, en tu corazón como en mi tabernáculo. ¡Si supieras cuánto me consuelas y cuánto socorres a los pecadores al ofrecerte como víctima!”, le dijo Jesús, Nuestro Señor, a Alejandrina, en uno de los innumerables éxtasis por los que pasó, sufriendo los dolores de la Pasión de Cristo.