A veces se designa a Santiago como "el que intercede por el pueblo". Según la tradición, este Apóstol recibe este sobrenombre debido a que oraba siempre pidiendo perdón a Dios por los pecados de su pueblo.
La misma tradición conserva el relato de un episodio en el que Santiago fue causa de escándalo entre fariseos y escribas. El Sumo Sacerdote Anás II, aprovechando la concurrencia que se presentaba en la fiesta judía, lo interpeló diciendo: "Te rogamos que, ya que el pueblo siente por ti gran admiración, te presentes ante la multitud y les digas que Jesús no es el Mesías o Redentor". Ante este pedido, Santiago respondió: "Jesús es el enviado de Dios para salvación de los que quieran salvarse. Y lo veremos un día sobre las nubes, sentado a la derecha de Dios".
Entonces los sumos sacerdotes -enfurecidos por su respuesta ya que temían que los judíos se convirtieran al cristianismo- mandaron capturar a Santiago y lo llevaron a la parte más alta del templo. Desde allí lo echaron hacia el precipicio. El Apóstol cayó de rodillas y murió mientras repetía las palabras de Cristo: "Padre Dios, te ruego que los perdones, porque no saben lo que hacen".
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