"Somos una minoría, pero somos como la sal, la cual se necesita solo en cantidades pequeñas para ser esencial para la comida", fueron las palabras que el Papa Francisco escuchó de una familia cristiana venida de Jordania, que compartió su testimonio de fe y servicio con los refugiados que huyen de la violencia y persecución religiosa en Siria e Irak.
Nidal llegó junto a su esposa Nida Joseph y sus dos hijas Faten y Dema al Encuentro Mundial de las Familias que se realiza en Filadelfia (Estados Unidos), en representación de Asia. Ellos trabajan, junto a otras familias y organizaciones cristianas, "con los pobres, los perseguidos a causa de su religión" y los que dejan sus países huyendo de la guerra, sobre todo en Irak y Siria, donde el Estado Islámico (ISIS) inició a mediados del año pasado una cruel persecución contra los cristianos y otras minorías religiosas.
"Las familias cristianas que actualmente viven en nuestra tierra están llamadas a ser como velas, iluminando contra la oscuridad de la destrucción, las guerras, asesinatos y persecución", afirmó Nidal, quien contó que junto a su esposa e hijas adolescentes buscan mostrar a los demás "la única verdadera respuesta a los problemas del mundo: Jesucristo".