En particular, te confío a las parejas jóvenes, para que mirándote a ti y a San José afronten la vida con valentía confiando en la Providencia de Dios.
Te traigo los sueños y las ansias de los jóvenes, abiertos al futuro, pero frenados por una cultura rica en cosas y pobre en valores, saturada de información y deficiente en educación, persuasiva al engañar y despiadada al decepcionar.
Te encomiendo especialmente a los jóvenes, los más afectados por la pandemia, para que puedan reanudar lentamente a agitar y desplegar sus alas y redescubrir el sabor de volar alto.
Virgen Inmaculada, hoy me habría gustado traerte la acción de gracias del pueblo ucraniano, del pueblo ucraniano por la paz que llevamos tanto tiempo pidiendo al Señor. En cambio, aún tengo que traerte la súplica de los niños, de los ancianos de los padres y madres, de los jóvenes de esa tierra martirizada, que sufre tanto. Pero, en realidad, todos sabemos que estás con ellos y con todos los que sufren, como tú estuviste junto a la cruz de tu Hijo.