"El poder de un presidente de una nación es que ha recibido un poder del pueblo", indicó, mientras que "en la Iglesia, la autoridad procede de Cristo. Es una autoridad sagrada".
"La autoridad de un presidente es natural, se le da y se le puede quitar", continuó, precisando que "en las figuras de los presbíteros, los obispos, es distinto. Configura la persona. Le acompañará para toda la vida. Y él está al servicio del pueblo, pero su autoridad no depende de una delegación del pueblo".
"Escuchémonos todos. Pero es verdad que hay una autoridad y esa misma autoridad puede decir 'no, no podemos imponer una cuestión solo porque hemos sacado un voto más'", subrayó.
El P. Fortea señaló que "esto no es una apisonadora: ya tengo un voto, ya se hace lo que quiere este grupo. Consigo un voto más (y) ya hago lo que quiero. No, hay cosas que requieren un cierto consenso".