"Nuestros hermanos cristianos pakistaníes sufren, lloran, son perseguidos por radicales únicamente por su fe. Son una minoría perseguida, esperan que los países en que los cristianos son mayoría les ayuden. Pero no existe un plan internacional de ayuda, de apoyo, de salvamento. Es preciso que se involucren gobiernos, organismos internacionales y ONG para protestar, hacer ruido, y desarrollar acciones para visibilizar el problema y tratar de corregirlo", pide Joseph.
En definitiva, "estamos en nuestro propio país sintiéndonos como refugiados, sin derechos. Por el hecho de ser cristianos tenemos dificultades para acceder a la educación, a los medios de comunicación, al trabajo, al mundo empresarial, simplemente porque se nos considera impuros y los musulmanes no quieren tratar con cristianos. Nosotros sí que estamos viviendo lo de ser ciudadanos del cielo, viviendo como peregrinos en esta tierra".
Otras víctimas de los extremistas musulmanes son la madre católica Asia Bibi, condenada a muerte por la ley de blasfemia; el adolescente Nauman Masih, quien murió en abril luego de ser quemado por decir que era cristiano; el matrimonio Shahzad Masih y Shama Bibi, quemados vivos el 4 de noviembre de 2014 después de ser linchados por una presunta profanación de unas páginas del Corán.
En Pakistán, la ley anti-blasfemia castiga las ofensas contra el Corán o Mahoma incluso con la cadena perpetua o la pena de muerte. En muchos casos, esta norma es usada de manera arbitraria y como excusa para perseguir a inocentes, ya que en la práctica basta invocarla para que las autoridades actúen rápidamente contra quien es acusado.