Además, hay otros puentes que la Iglesia, como surgió en el respectivo encuentro, está llamada a tender hacia el hombre de hoy, porque el anuncio de Cristo no puede consistir sólo en la repetición del pasado, sino que siempre necesita ser actualizado, para poder ayudar a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo a redescubrir a Jesús.
Y, finalmente, recordando con gratitud los hermosos momentos litúrgicos, la oración con la comunidad greco-católica y la solemne celebración eucarística con tanta participación, pienso en la belleza de crear puentes entre los creyentes: el domingo en la Misa estaban presentes cristianos de varios ritos y países, y de diferentes confesiones, que en Hungría trabajan bien juntos. Construir puentes. Puentes de armonía y de unidad.
Me conmovió, en esta visita, la importancia de la música, que es un rasgo característico de la cultura húngara. Por todos lados había música: órgano, piano, violín, muchos instrumentos, y muchos cantos. Los jóvenes con discapacidad cantaron "¡Viva la música!", y esto quería decir: ¡viva la armonía, viva la fraternidad, que da esperanza y alegría a la vida!
Finalmente me gusta recordar, al inicio del mes de mayo, que los húngaros son muy devotos de la Madre de Dios. Consagrados a ella por el primer rey, San Esteban, por respeto estaban acostumbrados a dirigirse a ella sin pronunciar el nombre, llamándola sólo con el título de la reina.