Asimismo, el Papa les agradeció el haber elegido "permanecer y estar al lado de su pueblo, con su pueblo. Gracias por esto. Muchas gracias por su testimonio y por querer quedarse ahí y no hacer de la vocación un 'pasaje a una mejor vida'. Gracias por esto".
Luego, el Santo Padre advirtió que "muchas veces podemos caer en la tentación de pasar horas hablando de los "éxitos" o "fracasos", de la "utilidad" de nuestras acciones, o la "influencia" que podamos tener en la sociedad.
"Discusiones que terminan ocupando el primer lugar y el centro de toda nuestra atención. Esto que nos conduce -no pocas veces- a soñar con planes apostólicos más grandes, meticulosos y bien dibujados, pero propios de generales derrotados que terminan por negar nuestra historia -al igual que la de su pueblo- que es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio y la constancia en el trabajo que cansa", señaló.
En este sentido, Francisco resaltó que "la alegría de los discípulos nacía de la certeza de hacer las cosas en nombre del Señor, de vivir su proyecto, de compartir su vida; y esta les había enamorado tanto que les llevó también a compartirla con los demás".