La carta del Papa Francisco a Nicolás Maduro confirmó la posición de la Santa Sede sobre la crisis venezolana y, al mismo tiempo, mostró que Maduro está más aislado.
A pesar de que la Santa Sede no rompió ningún vínculo diplomático con Venezuela, y por esta razón un funcionario de la "embajada papal" en Caracas participó en el juramento de Maduro para su segundo mandato el 10 de enero, el Papa Francisco y la diplomacia de la Santa Sede siempre han estado del lado de los obispos venezolanos, respaldando sus esfuerzos para restaurar la paz social, ayudar a la población y pedir elecciones nuevas y libres.
Por su parte, Maduro sintió que la Santa Sede tuvo suficiente. Su última solicitud de una mediación pontificia no fue rechazada, porque la Santa Sede siempre se comprometerá con una mediación si existen condiciones.