A continuación, descubrió una placa en recuerdo de la inauguración de la capilla "Cristo el Salvador", momento en el que le explicaron que en ese momento le veían y escuchaban por televisión 230.000 presos mexicanos de todo el país y de California, Texas y Colorado, en los Estados Unidos, de 400 prisiones en total.
Después y al tiempo que una banda de música cantaba, el Papa accedió al estrado. Entonces, el Obispo de Ciudad Juárez, Mons. José Guadalupe Torres Campos leyó el saludo de Mons. Andrés Vargas Peña, responsable de la dimensión episcopal de pastoral penitenciaria, que no pudo estar presente por enfermedad.
La siguiente persona que habló fue Évila Quintana, una de las presas de este centro que contó su historia al Pontífice. Ella es madre soltera y nunca había hablado en público para proteger a su pequeña hija de las burlas de otros niños; sin embargo, cuando le dijeron que daría su testimonio al Papa Francisco en la cárcel de Ciudad Juárez, fue su niña de 8 años quien la alentó a seguir adelante y asegurándole que "es más, yo quiero estar contigo".
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