El Papa Francisco denunció hoy el "preocupante" aumento de niñas y mujeres que "se ven obligadas a ganarse la vida en la calle, vendiendo el propio cuerpo, explotadas por las organizaciones criminales y a veces por sus parientes y familiares". Esta realidad "es una vergüenza de nuestras sociedades", denunció.

En una audiencia a los participantes del Congreso Internacional sobre la Pastoral de la Calle promovido por el Pontificio Consejo de la Pastoral para los Inmigrantes y los Itinerantes, el Santo Padre afirmó que "cada niño abandonado o forzado a vivir en la calle, convirtiéndose en presa de las organizaciones criminales, es un grito que se eleva a Dios, el cual ha creado al hombre y a la mujer a su imagen; es un grito de acusación a un sistema social que criticamos desde hace décadas, pero nos resulta difícil cambiar según los criterios de justicia".

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"Esta realidad es una vergüenza de nuestras sociedades que se enorgullecen de ser modernas y de haber alcanzado altos niveles de cultura y desarrollo", manifestó.

Además, "la corrupción generalizada y la búsqueda de la ganancia a toda costa privan a los inocentes y más débiles de la posibilidad de una vida digna, alimentan la criminalidad de la trata y las otras injusticias que cargan sobre sus espaldas".

El Pontífice subrayó que "ninguno puede permanecer inerte frente a la urgente necesidad de salvaguardar la dignidad de la mujer, amenazada por factores culturales y económicos".

Por eso les pidió no rendirse ante las dificultades y desafíos que puedan encontrar puesto que "la Iglesia no puede callar, las instituciones eclesiales no pueden cerrar los ojos frente al nefasto fenómeno de los niños y las mujeres de la calle".

Francisco fue más allá y señaló que los católicos "no podemos evitar llevar a todos, en particular a los más débiles y desfavorecidos, la bondad y la ternura de Dios Padre misericordioso".

"La misericordia es el acto supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro, es la vía que abre el corazón a la esperanza de ser amados siempre", dijo en la audiencia.

El Encuentro de estos días sirvió para preparar un proyecto de acción en respuesta al fenómeno de los niños y las mujeres que tienen como principal ambiente de vida la calle. El Papa Francisco les manifestó su estima por ayudarles y les animó a continuar con esta labor.

"La realidad, a veces muy triste, que ustedes encuentran, son causa de la indiferencia, de la pobreza, de la violencia familiar y social, y de la trata de personas humanas".

"No falta el dolor por las separaciones conyugales y el nacimiento de los niños fuera del matrimonio, destinados a menudo a una vida 'callejera', dijo Francisco. "Los niños y las mujeres de la calle no son números, no son 'paquetes' de intercambio. Son seres humanos con un nombre propio y un rostro propio, con una identidad donada por Dios a cada uno de ellos".

El Papa recordó que "ningún niño elige por cuenta suya vivir en la calle" pero "por desgracia, también en el mundo moderno y globalizado, muchos niños son arrancados de su infancia, de sus derechos, de su futuro".

En este sentido, "la carencia de leyes y estructuras adecuadas contribuyen a agravar su estado de privación: la falta de una verdadera familia, la falta de la educación y la asistencia sanitaria".

Al despedirse, el Obispo de Roma les deseó una "fecunda misión" en el "cuidado pastoral y espiritual y para la liberación de los más frágiles y explotados; una misión fecunda para la promoción y la salvaguardia de su identidad y dignidad".

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