El 8 de diciembre la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, una fiesta primordial en el calendario litúrgico de la Iglesia y que toca indirectamente un punto de la doctrina eclesial importante pero frecuentemente mal entendido.

La solemnidad es la fiesta patronal de Estados Unidos y marca el reconocimiento de la ausencia de pecado original en la Madre de Dios, gracia que —enseña la Iglesia— le fue concedida desde el momento de su concepción.

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El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que María fue “redimida desde su concepción” (n. 491) para “poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación” (n. 490).

El dogma fue discutido y cuestionado por protestantes a lo largo de los siglos, lo que llevó al papa Pío IX a reafirmarlo en su constitución apostólica de 1854 Ineffabilis Deus, donde afirma sin ambigüedades que María “fue adornada con la gracia del Espíritu Santo y preservada del pecado original” desde su concepción.

Ineffabilis Deus se cuenta entre las declaraciones papales que los teólogos han considerado desde hace tiempo como “infalibles”. Pero ¿qué significa la infalibilidad papal en el contexto y la historia de la Iglesia?

Definida por el Concilio Vaticano I en 1870

Aunque los historiadores de la Iglesia sostienen que numerosas declaraciones papales a lo largo de los siglos pueden ser consideradas potencialmente infalibles según esta enseñanza, el concepto en sí mismo no fue plenamente definido por la Iglesia hasta mediados del siglo XIX.

En su primera constitución dogmática sobre la Iglesia de Cristo, Pastor Aeternus, el Concilio Vaticano I sostuvo que el Papa, cuando “ejerce su supremo oficio de Pastor y Maestro de todos los cristianos, y en virtud de su suprema potestad apostólica”, y cuando define “una doctrina sobre la fe y sobre las costumbres, vincula a toda la Iglesia”, posee la infalibilidad que Jesús “quiso que su Iglesia fuese dotada para definir la doctrina sobre la fe y sobre las costumbres”.

El P. Patrick Flanagan, profesor asociado de teología en la Universidad St. John’s, dijo a CNA —agencia en inglés de EWTN News— que la doctrina de la infalibilidad papal “no se refiere al carácter del Papa”.

“El Papa es humano”, dijo Flanagan. “En otras palabras, es falible. Puede pecar y equivocarse en lo que dice sobre cuestiones cotidianas”.

Sin embargo, en “raros momentos históricos, definidos de manera muy precisa”, cuando el Papa “ejerce su autoridad como supremo maestro de la Iglesia en el oficio petrino” y habla “ex cathedra”, es guiado por el Espíritu Santo para expresar “verdades indiscutibles” sobre la fe y las costumbres, señaló Flanagan.

Flanagan subrayó los cuatro criterios específicos que debe cumplir una declaración papal para ser considerada infalible. En primer lugar, el Papa debe hablar “en su calidad oficial de sumo pontífice”, no de manera improvisada o informal.

La doctrina, por su parte, debe referirse a una cuestión de fe o de moral. “Ningún Papa hablaría ex cathedra sobre temas científicos, económicos u otros asuntos no religiosos”, dijo Flanagan.

La declaración también debe ser “explícitamente directa y definitiva”, afirmó, y “debe tener la intención de obligar a toda la Iglesia como cuestión de fe divina y católica romana”.

John P. Joy, profesor de teología y decano de la facultad en St. Ambrose Academy en Madison, Wisconsin, dijo a CNA que esta doctrina puede identificarse en parte mediante la lectura de Mateo 16,19.

En ese pasaje, Cristo le dice a Pedro, el primer Papa: “Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”.

“Parte de lo que Jesús promete aquí es que Él respaldará y ratificará en el cielo todos los juicios que Pedro haga en la tierra”, dijo Joy.

“De modo que cuando Pedro (o uno de sus sucesores) gira la llave, por así decirlo, es decir, cuando declara explícitamente que todos los católicos están obligados a creer algo en la tierra, entonces tenemos las palabras de Jesús asegurándonos que el mismo Dios nos considerará obligados a creer lo mismo en el cielo”, afirmó.

Aunque el concepto de infalibilidad papal es bien conocido y se ha convertido en una especie de referencia en la cultura popular, el número de veces que un Papa ha declarado algo de forma infalible parece ser relativamente reducido.

Los teólogos e historiadores no siempre coinciden en cuáles declaraciones papales a lo largo de los siglos pueden considerarse infalibles. Joy señaló la Inmaculada Concepción, así como la declaración del Papa Pío XII sobre la Asunción de la Santísima Virgen en 1950, como dos de las más conocidas.

También mencionó numerosas otras declaraciones, como la Benedictus Deus del Papa Benedicto XII en 1336 y la Exsurge Domine del Papa León X en 1520, como afirmaciones infalibles.

Flanagan señaló que no existe “ninguna lista oficial” de declaraciones papales infalibles. Tales declaraciones son “raras”, dijo. “Un Papa invoca sus poderes magisteriales extraordinarios con moderación”.

Cuando los católicos confían en una declaración papal infalible, recalcó Joy, “no están poniendo [su] fe en el Papa como si fuera un oráculo de la verdad o una fuente de revelación divina”.

“Sino que más bien ponemos nuestra fe en Dios, en quien creemos firmemente que intervendrá para detener a cualquier Papa que pudiera verse tentado a proclamar de manera definitiva una doctrina falsa”, afirmó.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.