El Papa León XIV pidió volver al Evangelio para así “amar con la misma intensidad el cielo y la tierra” y poder de este modo valerse de las “opciones correctas” que permiten acompañar a los que más sufren.

León XIV recibió este lunes en el Palacio Apostólico del Vaticano a la Orden de los Siervos de María, conocidos comúnmente como Servitas, y les llamó ante todo a volver al Evangelio.

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“La primera fuente a la que hay que volver siempre es el Evangelio”, les dijo tras invitarles a continuar con su compromiso con la promoción de “una ecología integral en defensa de la creación” y con su servicio a los pobres.

Amar con la misma intensidad el cielo y la tierra

“Así es la vida según el Evangelio: pasión por Dios y por el ser humano, que conduce a amar con la misma intensidad el cielo y la tierra. Sólo en esta unión nacen y maduran las opciones correctas que, hoy como entonces, permiten estar presentes allí donde el hermano y la hermana están más heridos, allí donde el Señor nos quiere”, afirmó el Pontífice ante algunos de los miembros de esta orden mendicante fundada en Florencia en el siglo XIII, que acaba de celebrar su 215º Capítulo General.

Los Servitas adoptaron la Regla de San Agustín como su norma fundamental de vida. Por ello, el segundo consejo que les dio el Pontífice fue precisamente volver a este legado espiritual que ofrece, la “clave exegética con la que, con la ayuda del Espíritu, leer e interpretar” la Palabra de Dios.

El tercer punto del discurso del Papa se centró en la importancia de la escucha del grito de los pobres. Así, elogió el tema que ha elegido esta orden para estructurar los encuentros enmarcados en el Capítulo General: “Ser Siervos en un mundo polarizado, para edificar lo que nos une valorizando las diferencias”.

Para lograr estas tres cuestiones (volver al Evangelio, a la Regla y a la escucha de los pobres), el Santo Padre ofreció tres medios: la fraternidad, el servicio y la espiritualidad mariana.

En cuanto al primero, la fraternidad, el Papa puso el foco en una característica casi exclusiva de la Orden de los Siervos de María: haber nacido no en torno a un solo fundador, sino a partir “de un grupo de siete amigos: un verdadero grupo evangélico”, afirmó.

El Papa durante la audiencia. Crédito: Vatican Media
El Papa durante la audiencia. Crédito: Vatican Media

"Vivir y llevar fraternidad, especialmente allí donde las personas están divididas a causa de los conflictos"

“El fundador no es un sólo hombre, sino varias personas unidas por una fuerte amistad en Cristo. En un mundo como el nuestro, esto es signo de una tarea y de una vocación particular: vivir y llevar fraternidad, especialmente allí donde las personas están divididas a causa de los conflictos, de la riqueza, de las diversidades culturales, de la raza o de la religión”, manifestó el Papa.

En todos estos contextos, continuó, “estáis llamados a ser portadores de amistad y de paz” como este grupo de siete amigos fundadores que, “en sus ciudades, también divididas por odios fratricidas, se convirtieron en mensajeros de reconciliación y de caridad”.

El Papa también habló del servicio y recordó que los primeros pasos de la Orden de los Siervos de María tras su fundación se dieron en el contexto de un hospicio para los pobres: el Hospital de Fonte Viva del Bigallo. 

“Allí vuestros fundadores se pusieron al servicio de los enfermos, de los peregrinos, de las mujeres pobres; en suma, de los últimos de su tiempo, entregándoles todos los bienes que poseían para seguir desnudos al Señor desnudo”, dijo el Papa.

Finalmente, puso en valor que su vida espiritual se centre en la devoción a la Virgen María, especialmente en su presencia al pie de la cruz. “Continuad promoviendo en la Iglesia su devoción, fundada en la Palabra de Dios y con sólidos fundamentos teológicos y eclesiológicos”, les instó.

Y concluyó pidiendo que la Virgen María, quien estuvo “presente junto a la Cruz, fuerte y fiel”, les muestre “cómo permanecer junto a las innumerables cruces donde Cristo sigue sufriendo en sus hermanos, para llevar consuelo, comunión, ayuda y el precioso pan del afecto”.