Ayuda a la Iglesia Necesitada en España (ACN, por sus siglas en inglés) ha otorgado su premio anual de libertad religiosa a Mathieu Sawadogo, catequista de Burkina Faso que fue secuestrado durante cuatro meses, tiempo en el que rezó 700 avemarías diarias.

Sawadogo comenzó su labor catequética en 1999. En 2015 fue enviado a la frontera con Mali “cuando los terroristas se iban acercando”, según su propio testimonio difundido por ACN España. 

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“Gracias a Jesucristo, tuve valor”, reseña Sawadogo, que fue secuestrado en mayo de 2018 por los terroristas junto a su mujer, embarazada de cinco meses, después de que les amenazaran en varias ocasiones: “Si continúan haciendo lo que están haciendo, les sucederán cosas malas”, les dijeron. 

Ambos permanecieron en un campamento en el desierto, donde intentaron forzar su conversión al islam, dándole un nombre y vestimenta musulmana. 

“Pensé que me matarían, pero no tuve miedo. Perdí la esperanza de vivir, pero nunca renegué de mi fe. Elegí morir mártir. Como no teníamos rosario ni objetos religiosos, de noche usábamos piedritas como cuentas para rezar”. Cada noche, mi esposa y yo rezábamos 700 cuentas del rosario”, recuerda de su cautiverio.

Mathieu Sawadogo enseña el catecismo a un grupo de jóvenes en Burkina Faso. Crédito: ACN España
Mathieu Sawadogo enseña el catecismo a un grupo de jóvenes en Burkina Faso. Crédito: ACN España

Finalmente, cuatro meses después, en el mes de septiembre, los liberaron y emprendieron el camino de vuelta. Les costó 15 días llegar hasta el lugar donde sólo quedaban las ruinas de su casa devastada, consumida por las llamas. 

Entre las cenizas, encontró la Biblia que le entregó el obispo cuando le instituyó catequista. 

Tras su liberación, el obispo le preguntó si quería dejar de ser catequista. No tuvo duda: “Muchos murieron mártires para traernos el Evangelio. Si prometimos seguir a Jesús en las buenas y en las malas no podemos negarlo en las pruebas”.

La acción de los islamistas ha provocado más de 2 millones de burkineses desplazados.

Persecución religiosa en África

Burkina Faso es uno de los 24 países en los que se padece persecución religiosa según el Informe de Libertad Religiosa que hoy se ha presentado en diversos lugares del mundo, y que es elaborado desde hace 25 años por ACN.

Se entiende que un país sufre persecución religiosa cuando “hay personas que sufren actos graves y continuos de violencia o acoso por motivo de su credo religioso”, y cuyo origen puede estar en gobiernos, grupos armados o particulares e incluye “delitos de odio, ataques, amenazas o iniciativas que buscan dispersar o silenciar sus comunidades religiosas”. 

En términos globales, y a pesar de registrar una caída del 21 % con respecto al año anterior, Burkina Faso registró el 20 % de todas las muertes vinculadas al terrorismo en 2024 en el mundo.

El Informe de ACN subraya que “desde 2015, la violencia yihadista ha transformado el país, antiguo modelo de armonía religiosa, en el epicentro de la actividad extremista en el Sahel”. 

Los grupos extremistas que operan en el país pretenden “controlar las zonas rurales expulsando a quienes no comparten su ideología o religión. Al colocar a las comunidades cristianas en el punto mira, su objetivo no se reduce a difundir el miedo, sino también cambiar la composición demográfica y religiosa del territorio para hacerse con su control”, se detalla en el informe.

Junto a Burkina Faso, países como Mali, Níger, Nigeria, Sudán, República Democrática del Congo, Sudán, Eritrea y Mozambique se encuentran entre los que registran más ataques y de mayor gravedad contra la libertad religiosa en el África subsahariana. 

Según el informe, aunque los grupos yihadistas operan de forma autónoma, “comparten ideología, tácticas y recursos”, al tiempo que “explotan unas fronteras porosas y gobiernos débiles para extenderse, con una estructura coordinada y flexible”. 

Aunque actúan de forma independiente, “intercambian armas, guerrilleros y propaganda, lo que acrecienta su resiliencia y alcance. Su adaptabilidad ha tenido efectos devastadores sobre la población civil, comunidades cristianas incluidas”.