León XIV canoniza este domingo 19 de octubre a los dos primeros santos de Venezuela, el médico José Gregorio Hernández (1864- 1919) y la madre Carmen Rendiles (1903- 1977). 

Miles de compatriotas madrugaron para seguir en directo la celebración desde la plaza de la Candelaria de Caracas. A la plaza de San Pedro en Roma también fueron llegando desde primeras horas de la mañana. Se espera que sean unos 5.000. Entre ellos, estaba un grupo de 17 peregrinos, encabezados por Susana de Cartier y su esposo Gregory Cartier.

Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram

Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:

La peregrinación es un modo de expresar gratitud y esperanza en medio de las dificultades que atraviesa su país. “Queremos celebrar este acontecimiento que nos trae tanta felicidad a todos los venezolanos. José Gregorio fue un hombre de caridad, que atendía a tantos enfermos y ayudaba a los necesitados. Nos identificamos con él, con su gran humanidad, su misericordia y su amor a Dios y a la Virgen María”, explica Susana en conversación con ACI Prensa.

Los venezolanos llaman sólo por su nombre a este santo conocido como el “médico de los pobres”, que atendía gratis a los enfermos e incluso pagaba él mismo los medicamentos. Es una figura tan querida que el Papa Francisco le dispensó del requisito de un milagro para ser canonizado. 

El matrimonio venezolano ha participado en la canonización en la Plaza de San Pedro. Crédito: Cortesía Susana Cartier
El matrimonio venezolano ha participado en la canonización en la Plaza de San Pedro. Crédito: Cortesía Susana Cartier

También es muy querida la primera santa venezolana, madre Carmen Rendiles. Quería ser monja, pero como nació sin el brazo izquierdo, varias congregaciones la rechazaron. 

Finalmente, fue admitida en una pequeña congregación francesa, las Siervas de Jesús en el Santísimo Sacramento, donde difundió el culto a la Eucaristía, ayudó a sacerdotes y abrió colegios para niñas sin recursos. Después del Concilio Vaticano II, decidió fundar una nueva congregación, las Siervas de Jesús de Venezuela, y siguió abriendo conventos y colegios.

“Sin el amor y la caridad no somos nada”

La vida de la madre Carmen Rendiles y de José Gregorio Hernández, asegura Susana, es “un llamado también a concientizar a nuestros hijos, a acompañarlos en esta bonita educación, a darles esa medicina que es la fe para el alma y a enseñarles que sin el amor y la caridad no somos nada”.

Por su parte, Gregory Cartier, su esposo, subraya el profundo significado espiritual del momento que vive Venezuela ante la canonización. “Yo creo que este acontecimiento que estamos esperando los venezolanos desde hace 76 años, primero lo sabe Dios, y Él sabe cuáles son las necesidades que tiene nuestra querida patria. Con la canonización de estos santos, la fe se va a disparar en el corazón del venezolano, porque necesitamos cambiar el corazón”, afirma.

Gregory expresa su esperanza de que este evento impulse un renacer espiritual no solo dentro del país, sino también entre los venezolanos que viven en el exterior. 

“Deseamos que esa fe se arraigue en cada corazón del venezolano, tanto en nuestra patria como fuera de ella. Sabemos que el Señor va a derramar muchísimas gracias, no solo en Venezuela, sino en el mundo entero”, señaló.

El grupo de 17 peregrinos, encabezados por Susana Cartier y su esposo Gregory Cartier. Crédito: Cortesía Susana Cartier
El grupo de 17 peregrinos, encabezados por Susana Cartier y su esposo Gregory Cartier. Crédito: Cortesía Susana Cartier

“Tenemos que fortalecer la unidad y no ser como los fariseos”

El matrimonio coincide en que la canonización debe ser, además, una ocasión de unidad y reconciliación nacional. “Tenemos que fortalecer la unidad y no ser como los fariseos hipócritas que dicen una cosa y no imitan las virtudes de los santos. Este debe ser un vínculo de amor y de perdón, porque el perdón hace falta. José Gregorio y la madre Carmen fueron y son instrumentos de unidad: el Espíritu Santo nos une, porque es Dios”, sostiene Gregory.

Susana y Gregory Cartier son conocidos en su país por su labor evangelizadora a través de la televisión. Desde hace tres años conducen en el canal TV Familia el programa “Dios sana hoy”, que se transmite de lunes a sábado después de la coronilla de la misericordia. En este espacio de diez minutos predican la Palabra de Dios, oran por las personas y dan un mensaje de esperanza y sanación espiritual.

El matrimonio es conocido en su país por su labor evangelizadora en televisión. Crédito: Cortesía Susana Cartier
El matrimonio es conocido en su país por su labor evangelizadora en televisión. Crédito: Cortesía Susana Cartier

Además hay un espacio dedicado a la música y a las canciones compuestas por Susana con el fin de animar a los espectadores y “llenarlos del Espíritu Santo”, como explicó la pareja.

Susana y Gregory llevan más de dos décadas organizando peregrinaciones y promoviendo la fe católica. Hasta Roma guiaron a este grupo de 17 peregrinos, entre los que hay también varias señoras mayores: “hay una que tiene 90 años, otra 78, otra 85. La menor tiene 40 o 45. Estamos muy agradecidos, primero con Dios, porque se hizo esta peregrinación con mucho esfuerzo —económico y espiritual— y con mucha oración”, explicó Susana.

Fátima, Medjugorje y Roma 

El grupo inició su itinerario en Fátima, donde participaron en la solemnidad del 13 de octubre, aniversario del milagro del sol. “Allí tuvimos una experiencia bellísima; ocurrió un milagro para nosotros también”, añadió emocionada. Tras su visita a los lugares marianos portugueses, los peregrinos también pasaron por Medjugorje, antes de regresar a Venezuela.

Susana considera que el testimonio de los santos venezolanos invita a redescubrir la fe en el ámbito familiar: “Todo viene de la casa, de la familia. José Gregorio aprendió de su padre, que trabajaba en una farmacia. Es un llamado a acompañar a nuestros hijos y nietos, a darles esa medicina que va para el alma: el amor, la caridad y la misericordia. Sin ellas no somos nada”.