El Papa León XIV visitó este jueves la sede en Roma de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el marco de su 80 aniversario, desde donde apeló a la responsabilidad común frente al hambre en el mundo.  

Tras las palabras de bienvenida del director general de la organización, Qu Dongyu, el Santo Padre impartió un extenso y contundente discurso que leyó en español e inglés. 

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El evento contó con la presencia de algunas autoridades, como la Reina de España, S.M. Doña Leticia; la presidente del Consejo de Ministros de Italia, Giorgia Meloni; el vicepresidente del Consejo de Ministros, Antonio Tajani; el Rey Letsie III de Lesotho; la Princesa de Jordania, Basma Bint Talal; o Ban Ki Moon, ex secretario general de las Naciones Unidas, entre otros. 

El Papa León XIV junto a Qu Dongyu. Crédito: Daniel Ibáñez/ EWTN News
El Papa León XIV junto a Qu Dongyu. Crédito: Daniel Ibáñez/ EWTN News

“Quien padece hambre no es un extraño, es mi hermano”

Al inicio de su discurso, el Pontífice recordó que “el corazón del Papa, que no se pertenece a sí mismo sino a la Iglesia y, en cierto modo, a toda la humanidad, mantiene viva la confianza de que, si se derrota el hambre, la paz será el terreno fértil del que nazca el bien común de todas las naciones”. 

Al cumplirse ocho décadas del nacimiento de este organismo que dirige las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre, el Papa destacó que “nuestra conciencia debe interpelarnos” al drama del hambre, y apeló a la responsabilidad de todos: “Quien padece hambre no es un extraño, es mi hermano y he de ayudarlo sin dilación alguna”.

Al recordar el objetivo de “Hambre Cero”, incluido en los objetivos de la Agenda 2030, el Papa León XIV advirtió que es necesario una “voluntad real” y no solamente “solemnes declaraciones” para que a nadie le falte el alimento necesario, una situación que, aseguró,  “niega la dignidad humana”. 

El Pontífice expresó su tristeza al recordar la realidad de millones de personas que cada día se van a la cama sin comer, y precisó que detrás de cada número “hay una vida truncada”. En concreto, lamentó la situación de los niños que sufren la malnutrición, una “señal evidente de una insensibilidad imperante, de una economía sin alma, de un cuestionable modelo de desarrollo y de un sistema de distribución de recursos injusto e insostenible”.  

Además, sostuvo con determinación que permitir que millones de seres humanos mueran golpeados por el hambre es un “fracaso colectivo, un extravío ético, una culpa histórica”. 

A continuación, sentenció severamente el uso de los alimentos como arma de guerra, una “estrategia cruel” que niega el derecho a la vida. “El silencio de quienes mueren  de hambre grita en la conciencia de todos, aunque a menudo sea ignorado, acallado o tergiversado. No podemos seguir así, ya que el hambre no es el destino del hombre sino su perdición”, aseveró.

En este contexto, el Santo Padre exhortó a fortalecer el entusiasmo para remediar este escándalo e insistió en que “nadie puede quedar al margen de luchar” contra el hambre, ya que “esa batalla es de todos”.

“Los eslóganes no sacan de la miseria”

El Papa León XIV posó su mirada en los conflictos actuales, a los que se refirió como “espectáculos macabros” que hay que dar por zanjados cuanto antes. Expresó también su indignación ante las “paradojas ultrajantes” a las que asistimos hoy en día, como el desperdicio de alimentos mientras muchedumbres de personas “se afanan por encontrar en la basura algo que llevarse a la boca”. 

Contemplando el actual panorama mundial, “tan penoso y desolador por los conflictos que lo afligen”, el Pontífice lamentó que “da la impresión de que nos hemos convertido en testigos abúlicos de una violencia desgarradora”.

Ante esta situación, interpeló con firmeza: “¿Se merecen las generaciones  venideras un mundo que no es capaz de erradicar de una vez por todas el hambre y la miseria? ¿Es posible que no se pueda acabar con tantas y tan lacerantes arbitrariedades como signan negativamente  a la familia humana? ¿Pueden los responsables políticos y sociales seguir polarizados, gastando  tiempo y recursos en discusiones inútiles y virulentas, mientras aquellos a quienes deberían de servir  continúan olvidados y utilizados en aras de intereses partidistas?”.

León XIV insistió en que “no podemos limitarnos a proclamar valores”, sino que “debemos encarnarlos”, ya que “los eslóganes no sacan de la miseria”. En este sentido, subrayó que “urge una superación de un paradigma político tan enconado, basándonos en una visión ética que prevalezca sobre el  pragmatismo vigente que reemplaza a la persona con el beneficio. No basta con invocar la solidaridad”.

Evento en la sede de la FAO en Roma. Crédito: Daniel Ibáñez/EWTN News
Evento en la sede de la FAO en Roma. Crédito: Daniel Ibáñez/EWTN News

Soluciones reales fuera de lejanos despachos

Más tarde, reiteró que no hemos “de contentarnos con llenar paredes con grandes y llamativos carteles”, sino asumir un compromiso en el que la unidad es esencial. También destacó el papel de la mujer, “silenciosa arquitecta de la supervivencia, custodia metódica de la creación”. Para el Pontífice, “reconocer y valorar su papel no es sólo cuestión de justicia, es garantía de una alimentación más humana y más duradera”.

Asimismo, subrayó la importancia del multilateralismo y la cooperación internacional, de manera que se conozcan realmente las carencias de los países pobres para solucionar sus problemas, “sin imponerles soluciones fabricadas en lejanos despachos, en reuniones dominadas por ideologías que ignoran frecuentemente culturas ancestrales, tradiciones religiosas o costumbres muy arraigadas en la sabiduría de los mayores”.

El Papa León XIV insistió en que la situación de quienes pasan hambre nos invitan a revisar nuestros estilos de vida, y que es necesario compartir su dolor ya que, con nuestra omisión, “nos volvemos cómplices de la injusticia”. Frente a las guerras, subrayó que la comunidad internacional “no puede mirar hacia otro lado”.

“No podemos aspirar a una vida social más justa si no estamos dispuestos a liberarnos de la apatía que justifica el hambre como si fuera una música de fondo a la que nos hemos acostumbrado, un problema irresoluble o simplemente una responsabilidad ajena”, afirmó.

El Santo Padre concluyó su mensaje recordando que también existe un “hambre de fe, de esperanza” y de amor. Por último, animó a no cansarse de pedir a Dios la fuerza para servir a los más necesitados, asegurando el compromiso constante de la Santa Sede y de la Iglesia en esta misión de caridad y fraternidad universal.