El Obispo Prelado de Deán Funes (Argentina), Mons. Enrique Eguía Seguí, declaró como santuario a la parroquia Nuestra Señora del Rosario, conocida como “la Cautivita”, una emblemática imagen de 67 centímetros cuyos orígenes se remontan a más de tres siglos atrás en el norte de la provincia de Córdoba.
Las celebraciones se iniciaron el 2 de octubre en la localidad de Río Seco, con “la bajada” de la imagen de “la Cautivita” desde los restos de la antigua capilla hasta el templo parroquial. Ese día se inició la novena y el rezo del Rosario de la Aurora al amanecer, oraciones que los fieles realizan desde hace más de tres siglos.
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El 7 de octubre, el día de la Virgen del Rosario, las celebraciones se realizaron en el lugar en el que están las ruinas del oratorio original de 1590. Además, del 10 al 12 de octubre, se desarrolló el 1° Encuentro de Turismo Religioso de Córdoba, con la participación de Mons. Eguía Seguí, el párroco local y el fraile dominico Gustavo Juárez, llegado desde San Miguel de Tucumán.

El domingo 12 de octubre se celebró la Misa central y la procesión con el paso de carrozas con escenas marianas y las agrupaciones gauchas devotas de la Virgen.
Durante la Eucaristía, el obispo Eguía dio a conocer el decreto con el que se declaró la parroquia, construida en 1873 como “Santuario Diocesano Nuestra Señora del Rosario, Madre Virgen Cautiva”.
"Ella ahora nos cautiva con su amor, nos atrae, nos invita a encontrarla, para que nos muestre y enseñe siempre a su hijo Jesús", dijo el obispo sobre la Virgen, según refiere la agencia AICA.
“La Cautivita sabe de cautiverios, conoce nuestras necesidades, problemas y dificultades que nos hacen sentir cautivos del dolor, del mal y la injusticia. María entonces nos consuela y en su hijo Jesús nos devuelve la esperanza para no bajar los brazos", subrayó.

Breve historia de “la Cautivita” o la Virgen Cautiva
En el siglo XVI, entre Córdoba y Santiago del Estero, había una sencilla ermita rural, donde los pobladores locales veneraban una imagen de Nuestra Señora del Rosario, considerada milagrosa por los fieles.
Por ser un lugar de difícil acceso y por tener muchos fieles, el entonces Obispo de Tucumán, Mons. Melchor Maldonado de Saavedra, trasladó la imagen a la capilla del estanciero Domingo Gómez, ubicada en un sitio más accesible, lo que incrementó la devoción, y poco a poco se fue convirtiendo en un centro espiritual importante de la región.
En 1748 los “abipones” del Chaco, atacaron sorpresivamente la zona del Río Seco, saqueando todo, llevándose las imágenes de Nuestra Señora del Rosario y la de San José. Los locales persiguieron luego a los atacantes y lograron recuperar la imagen mariana, que tomó entonces el nombre de “la Cautivita”.




