El Prefecto Apostólico de Battambang (Camboya), Mons. Enrique Figaredo, invitado por Obras Misionales Pontificias en España, ha compartido su testimonio misionero en Camboya desde los años 80 con motivo de la celebración del DOMUND 2025 el próximo 19 de octubre.
Figaredo llegó como estudiante jesuita a Camboya en 1985 para ayudar a las víctimas de la guerra, principalmente en un campo de refugiados donde se encontraban más de 6.000 niños mutilados por las bombas antipersona.
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“Dios estaba allí mucho antes de que llegara yo”, ha compartido el prelado, quien recordó que a su llegada al país la Iglesia Católica estaba “destrozada por la revolución” maoísta de Pol Pot que asesinó a numerosos sacerdotes, religiosos, catequistas e incluso, al prefecto apostólico que le precedió, Mons. Paul Tep Im Sotha, en 1975.
Desde el año 2000, cuando fue nombrado Prefecto, trata de reconstruir la presencia de la Iglesia Católica desde el punto de vista institucional, con el anhelo de que, como muestra de ese asentamiento, “el seminario funcione, que haya vocaciones, y que a mí un día en el futuro me sustituya un sacerdote camboyano”.
La Prefectura de Battambang tiene una extensión similar a Portugal, en la que hay 32 comunidades católicas atendidas por 22 sacerdotes (4 de ellos camboyanos) y 58 religiosas (7 originarias del país) con el apoyo imprescindible de más de un centenar de catequistas, auténticos líderes de sus comunidades.
En los últimos 25 años el número de católicos ha pasado de 2.900 a unos 8.000. El pasado año se realizaron 138 bautismos de adultos y otros tantos de niños y cada vez son más numerosas las conversiones, porque ven la labor desarrollada.
“Si se hace con cariño, con gestos audaces, por decirlo así, de susurrar el Evangelio, la gente lo ve. Y muchas personas quieren ser parte de la comunidad”.
Mons. Figaredo, a quienes los camboyanos llaman Lokpok, que significa “señor padre”, enumeró las prioridades de la Prefectura de Battambang, encuadrada en un país donde, apuntó, la realidad espiritual está muy presente.
En el campo pastoral, señaló como prioritaria la necesidad de “liberar a la gente de los malos espíritus”, así como de ejercer el ministerio del exorcismo.
Por otro lado, Mons. Figaredo desea que la prefectura logre hacerse sostenible, no sólo desde el punto de vista financiero, pues dependen al 95% de la caridad, sino también desde el punto de vista de la transparencia y la capacidad.
Otro de los retos es el lograr extender un liderazgo “bueno, cercano, con corazón y con visión”, en contraste con los modos de dirigir que se perciben en muchas naciones. A este respecto, añadió: “Trump y nuestro presidente [Pedro Sánchez] son gente que hace lo que les da la gana”.
Encuentro reciente con el Papa León XIV
Durante su presentación en la sede de Obras Misionales Pontificias, Mons. Figaredo resaltó cómo acudió recientemente a Roma junto a un grupo de 18 camboyanos, la mayoría de los cuales era la primera vez que salían de su país.
Cuando tuvo ocasión de saludar al Papa León XIV, le pidió que recibiera a estos fieles de Camboya. El Papa, consultando su teléfono, les citó el pasado sábado a primera hora de la mañana.
Entre ellos, algunos tienen más de 60 y 70 años, como Lokru Yat [profesor Yat], un hombre que, en palabras del prefecto, fue “capaz de mantener la fe durante la revolución de Pol Pot cuando en Camboya era imposible todo”.
Lokru Yat fue el encargado de entregarle al Papa León XIV una virgen camboyana en un encuentro del que Mons. Figaredo destacó “el acto humilde del Papa de abajarse y de valorar todo lo que hacen y todo lo que son” los católicos de Camboya.
“El obispo de las sillas de ruedas”, pero también de las iglesias
El Prefecto Apostólico de Battambang es conocido como “el obispo de las sillas de ruedas”, aunque no ha recibido el orden episcopal. No en vano, ha impulsado la construcción de más de 60.000 a lo largo de sus años de misión, entre otras cosas porque siempre ha tenido una predilección pastoral por las personas con discapacidad.
“Son parte de mi equipo”, ha subrayado, antes de detallar que en todos los edificios que construyen son sin barreras y en las iglesias se ponen rampas para poder acercarse al altar. Estas personas, añadió, “son sacramentos de Dios, porque transforman las vidas. También la mía”.
Aunque esta faceta sea una parte sustancial de su labor asistencial, Mons. Figaredo lamentó que en muchas ocasiones no se dé también a conocer su labor pastoral.
En los últimos 25 años han puesto especial empeño en construir iglesias nuevas, a razón de más de una por año hasta llegar a 30. Para ello, ha contado con la ayuda mayoritaria de fieles de Oriente, que lo valoran mucho.
Así le sucedió con un converso coreano, que en una ocasión se ofreció a ayudar en esta labor explicando así sus motivos: “Descubrí al Señor, me cambió la vida y ahora soy otro. Quiero que la gente de Camboya descubra al Señor y le cambie la vida. Y eso se hace en una iglesia. Y si las personas no tienen una capilla, no tienen una iglesia, su vida no va a ser transformada por el Señor. Necesitan una iglesia limpia y bonita, porque tiene que ser un centro donde ellos se sientan identificados con la presencia del Señor y un sitio en el que ellos sea un signo de la presencia de Dios”.
El DOMUND se celebra en toda la Iglesia
El director de Obras Misionales Pontificias en España, P. José María Calderón, recordó que el Domingo Mundial de las Misiones es una celebración que se hace también en los territorios de misión, no sólo donde la Iglesia Católica está más establecida.
Así lo corroboró Mons. Figaredo, quien detalló que en su parroquia “lo celebramos y hacemos colecta”, rezando por otras tierras de misión y por el Papa. En la última ocasión, recaudaron 6 o 7 dólares al cambio. “Todo el mundo da, hasta los niños”, subrayó.




