El iraquí Van Milkhaeel de 29 años y el palestino Fadi Touma, de 26, viven en sociedades rotas, donde el cristianismo es minoría y donde falta liderazgo para remendar la confianza entre las comunidades. 

Desde hace dos años, forman parte del Consejo de Jóvenes del Mediterráneo: un espacio de escucha y colaboración que nació para construir un camino de fraternidad y acogida recíproca entre las comunidades que viven a orillas del Mare Nostrum. 

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Gianluca Marchetti, subsecretario de la Conferencia Episcopal Italiana, explica a ACI Prensa que esta iniciativa es como “una inversión de confianza en estos jóvenes que provienen de tierras marcadas por grandes sufrimientos o dificultades, pero que con su entusiasmo pretenden ser semillas de esperanza”.

Los 34 jóvenes que forman parte del Consejo de Jóvenes del Mediterráneo. Crédito: Cortesía de la CEI
Los 34 jóvenes que forman parte del Consejo de Jóvenes del Mediterráneo. Crédito: Cortesía de la CEI

El objetivo, subraya, es que los jóvenes puedan experimentar cómo la fe puede “construir puentes, fomentar la amistad, el diálogo y la reflexión”. “Esto permite ver un futuro diferente, derribar muros y comprender que lo que damos por sentado para nosotros no lo es necesariamente para otros”, agrega.

Prueba de ello es cómo han vivido esta experiencia Van y Fadi. Para ellos, poder compartir con otros jóvenes de Oriente Medio y del sur de Europa las dificultades que encaran al vivir cotidianamente su fe ha supuesto un cierto alivio a la herida espiritual que arrastran. 

“Viniendo de una sociedad cerrada y marcada por los conflictos, me impresionó descubrir cómo se vive la fe en distintas culturas. Comprendí que la relación con Dios puede expresarse de muchas maneras y que nuestra misión es tender puentes, no levantar muros”, confiesa en conversación con ACI Prensa Van que nació en Zakho, en la zona más septentrional de Irak, dentro de una familia católica.

“Cuando regreso a Jerusalén, lo único que nos sostiene es la oración”

“Cada vez que vengo y encuentro a todos estos amigos, siento que todavía hay un lado bueno en el mundo. Eso me da fuerzas. Pero cuando regreso a Jerusalén, lo único que nos sostiene es la oración. Ahora mismo no tenemos nada más que pueda ayudarnos, excepto la oración”, asegura Fadi, por su parte.

El joven expone las dificultades que entraña ser cristiano en Palestina. “Durante la guerra que estamos viviendo ahora, especialmente en Jerusalén, hay muchas dificultades. Este año, por ejemplo, hubo muchas restricciones de la policía israelí durante la Semana Santa y la Navidad. No dejaban entrar a nadie en el Santo Sepulcro para celebrar nuestra fe. Fue muy duro y muy injusto”, explica. 

Sin embargo, Fadi sostiene que la fe es para él una fuente inagotable de esperanza: “La fe es algo que está en el corazón, y nada puede sacarla. Cuando tienes a Jesucristo en tu corazón, nadie puede quitártelo. Vivir la fe no es algo sencillo, sobre todo en nuestra situación, pero es una experiencia profundamente buena en lo interior”.

Por su parte, Van asegura que Irak vive ahora una cierta estabilidad. Aunque reconoce que su infancia estuvo marcada por la guerra. “De niño recuerdo la invasión de 2003, cuando aún éramos pequeños el Kurdistán iraquí estaba protegido, pero igualmente vivíamos en un país en guerra”, explica. 

Los jóvenes con el Papa León XIV el pasado viernes en el Vaticano. Crédito: Vatican Media
Los jóvenes con el Papa León XIV el pasado viernes en el Vaticano. Crédito: Vatican Media

"Muchos amigos murieron en el frente de batalla”

El momento más difícil llegó en 2014, con la ofensiva del Estado Islámico. “Una noche, a medianoche, estábamos con mi familia viendo las noticias porque se decía que ISIS entraría en la ciudad".

Su familia se preparó incluso para huir hacia la frontera: "Fue un tiempo durísimo: muchos amigos murieron en el frente de batalla”. Finalmente, su ciudad no fue atacada. Tras esa experiencia, en 2015 decidió marcharse a Ucrania para estudiar Farmacia, pero después regresó a su país donde todavía vive hoy.

Audiencia con el Papa en el Vaticano

El pasado viernes Fadi y Van pudieron conocer al Papa León XIV en la audiencia que tuvieron, junto a sus 32 compañeros, en el Vaticano. El Pontífice abrazó así esta iniciativa surgida bajo el impulso de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) con el apoyo directo de las comunidades católicas de veinte países: Italia, Francia, España, Eslovenia, Croacia, Albania, Bosnia, Montenegro, Grecia, Chipre, Malta, Turquía, Irak, Siria, Líbano, Tierra Santa, Egipto, Argelia y Túnez.

“Mi corazón estaba lleno de esperanza y de alegría. Es un momento que recordaré toda mi vida. El Papa nos dijo que debemos ser fuertes y estar unidos en este Consejo, y llevar ese mensaje de fe y de unidad a nuestros países”, recuerda Fadi.

El Papa León XIV les dijo a los jóvenes que la paz empieza en nuestros propios corazones y comunidades. Crédito: Vatican Media
El Papa León XIV les dijo a los jóvenes que la paz empieza en nuestros propios corazones y comunidades. Crédito: Vatican Media

Van tampoco ha podido asimilar todavía la experiencia del encuentro con el Pontífice: “Ver entrar al Papa en el aula y estar allí, como joven iraquí, parecía imposible. Todavía siento que estoy en un sueño”.

Para el joven iraquí el compromiso con esta iniciativa –inspirada en la figura del político italiano, Giorgio La Pira, que fue declarado venerable por el Papa Francisco en 2018– nació de la invitación del patriarca caldeo Louis Raphaël Sako, originario también de la ciudad de Zakho. 

"Queremos refrescar la fe en la era digital”

En este espacio de diálogo, participa en el grupo dedicado a la educación en la fe, convencido de que es un reto clave para los jóvenes de hoy. “Trabajamos en redes sociales, especialmente en Instagram, compartiendo textos, reflexiones y charlas de sacerdotes jóvenes que saben hablar en un lenguaje atractivo para la juventud. Queremos refrescar la fe en la era digital”. 

Su grupo sueña con producir dibujos animados sobre la vida de Jesús y las historias del cristianismo para niños, “porque si se siembran bases sólidas en la infancia, esas raíces permanecen para toda la vida”.

Oración por la paz en todos los idiomas

Touma, en cambio, forma parte del grupo de trabajo del Consejo de Jóvenes del Mediterráneo dedicado a la oración por la paz. “Hicimos una oración por la paz que tradujimos a todos los idiomas representados en el Consejo. Así, cada país puede rezar lo mismo por las mismas intenciones, pero en su propio idioma”.

Hay cuatro grupos de trabajo, según explica, que colaboran en iniciativas concretas como programas de educación sobre la religión o iniciativas para la construcción de la paz. Ahora regresan a sus comunidades con la esperanza de contagiar su alegría y activar caminos de paz.